Charlie Sheen volvió al centro de la conversación pública con dos piezas que prometen contar “todo”: el documental aka Charlie Sheen y sus memorias The Book of Sheen.
En ambos trabajos, el actor admite por primera vez que tuvo encuentros sexuales con hombres y describe como “liberador” poder hablar de ello sin eufemismos. Sitúa esas experiencias en los años más oscuros de su adicción —con especial mención al crack— y enlaza ese período con espirales de extorsión que, dice, lo mantuvieron “rehén” durante mucho tiempo, señala People.
La apertura no se queda en el titular. En entrevistas recientes, Sheen cuenta que el consumo y el descontrol lo llevaron a conductas compulsivas, y que por entonces “era un adicto al sexo”, extremo que hoy reconoce con distancia y vergüenza. Asegura que varias parejas lo chantajearon con revelar episodios íntimos y que decidió adelantarse a esa presión contando su versión completa.
En ese mismo bloque, recuerda su anuncio de 2015: la confirmación de que vive con VIH, diagnóstico que había mantenido privado hasta que algunos allegados vieron su medicación y amenazaron con exponerlo. Sostiene que jamás transmitió el virus, según reveló en una entrevista con Good Morning America.
El viraje personal llega con sobriedad sostenida y un perfil más bajo. En People, Sheen —que cumplió 60— se define hoy como un padre presente, soltero, dueño de una rutina “tranquila”, abierto al amor pero sin planes de matrimonio. El documental y el libro, que se publican con un día de diferencia, ordenan esa versión: errores, daños y consecuencias, sin el tono bravucón que ocupó titulares en la era “tiger blood”.
Más allá de lo íntimo, hay capítulos de industria. Sheen repasa sus relaciones con colegas y productores —incluidos Jon Cryer y Chuck Lorre— y cómo su caída pública devoró trabajos y confianzas. La reconstrucción incluye el contexto mediático que amplificó cada tropiezo y la forma en que la cultura del “escándalo permanente” convirtió su biografía en un reality involuntario. El tono general, sin embargo, es el de un balance: no pide absoluciones, apunta a explicar.
La cobertura estadounidense ha recibido la confesión con mezcla de morbo y empatía. ABC News subrayó la admisión explícita de adicción al sexo y el relato de extorsiones; otros medios destacaron el énfasis en la sobriedad y en el “contarlo todo” como táctica para cerrar la puerta a nuevas amenazas.
Sheen, por su parte, insiste en una idea: no busca provocar, sino hacerse cargo. Si el documental y el libro funcionan como promete su campaña, el actor habrá logrado al menos un objetivo tangible: que su voz sea, por primera vez en mucho tiempo, la que ordene su historia.
