Hélène Boissonneault, exmilitar de las Fuerzas Canadienses, enfrenta un nuevo desafío: los retrasos burocráticos en el sistema de inmigración de Quebec, que han impedido que su esposo cubano, Carlos Henry Hidalgo Pérez, llegue a tiempo para el nacimiento de su hija, previsto en abril.
Según un reportaje de La Presse, Boissonneault, canadiense madre de tres hijos, conoció al cubano Hidalgo durante un viaje a Cuba en 2022. Tras casarse en marzo de 2023, su sueño de reunirse en Quebec se ha visto frustrado por los extensos plazos de procesamiento de las solicitudes de residencia permanente. Mientras que en otras provincias canadienses el tiempo de espera es de 10 meses, en Quebec asciende a 36 meses, lo que representa un duro golpe para familias en situaciones similares.
“Estamos listos para cubrir todos los gastos, pero seguimos enfrentando trabas injustificadas”, expresó Hélène, quien además ha gastado más de $10,000 en trámites de visas, biometría y otros requerimientos legales. La complejidad del proceso la obligó incluso a contratar a una consultora de inmigración, sumando más costos al ya abrumador panorama financiero.
Boissonneault también denuncia el impacto psicológico de esta separación forzada, calificándola de “inhumana”. Esta canadiense, a pesar de contar con un Certificado de Selección de Quebec (CSQ), que avala la disposición de la provincia para recibir a su esposo cubano, los plazos no se han reducido. “El padre de nuestra futura hija tal vez llegue cuando ella tenga 4 años. Esto no tiene sentido”, lamentó.
Más de 40,000 familias en Quebec enfrentan obstáculos similares debido a las estrictas políticas de inmigración del gobierno provincial. Mientras Hélène trabaja en el cégep de Trois-Rivières y cría sola a sus tres hijos de 6, 7 y 9 años, exige cambios en el sistema.
“Es tiempo de adaptar nuestras leyes a la realidad actual. Separar familias de esta manera no tiene justificación”, concluyó la canadiense.
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