Las autoridades mexicanas investigan como «homicidio calificado» el asesinato de las cubanas Leydi de la Caridad Rodríguez Acosta y Ana Mercedes Capetillo Savón, cuyos cuerpos desmembrados fueron hallados el pasado viernes en un tanque de residuos entre las comunidades de Pumpuapa y Nueva Granada, en el estado de Chiapas, México.
Según un oficial municipal identificado como Ezequiel, y citado por el diario 14ymedio, las mujeres fueron secuestradas en un hotel.
El 10 de noviembre, Leydi, de 36 años, fue obligada a grabar un video afirmando que «no había sido tocada» y que se «encontraba bien». Sin embargo, la familia no pudo pagar el rescate exigido, lo que resultó en su asesinato.
Una de las líneas de investigación sugiere que las víctimas fueron privadas de su libertad como resultado de un «ajuste de cuentas» entre cárteles que controlan los bares de la zona. Estos grupos suelen secuestrar a migrantes, exigir rescates y, en casos extremos, mutilar a las víctimas para presionar a las familias.
En Tapachula, se ha reportado una fuerte presencia del Cártel de Sinaloa y del Cártel Jalisco Nueva Generación, organizaciones implicadas en secuestros, extorsiones y explotación de migrantes. Estos cárteles interceptan a migrantes en la frontera con Guatemala, exigiendo hasta 8.000 dólares por el traslado a la frontera con Estados Unidos. Aquellos que rechazan el servicio son secuestrados, despojados de sus pertenencias y obligados a contactar a sus familiares para solicitar rescates.
Además, se investiga la muerte de Julio Alberto, de 18 años, cuyo cuerpo fue encontrado en el mismo lugar. Las autoridades están determinando si existe alguna conexión entre este caso y el de las dos cubanas, pero según información que le fue enviada a el activista cubano Niover Licea, el muchacho fue ejecutado porque «pasaba por ahí y vio lo sucedido».
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