El Gobierno de Cuba reconoció el pasado jueves que cerrará el 2025 con una tasa de mortalidad infantil de 9,7 por cada 1.000 nacidos vivos, lo que representa 2,6 puntos más que el 7,1 registrado el año anterior, informó la agencia EFE.
Así lo admitió el primer ministro, Manuel Marrero, durante una intervención ante el pleno de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), en la que habló del “deterioro” de este indicador sanitario.
Este aumento es significativo, si se compara con los mínimos registrados por la isla en las últimas décadas, que llegaron a estar por debajo incluso de 4 por 1.000 nacidos vivos.
La tendencia creciente se notaba ya a mediados de año, cuando la tasa de mortalidad infantil aumentó a 8,2 por cada 1.000 nacidos, casi un punto por encima que en igual período de 2024, y sin que hubiera tomado fuerza una epidemia de arbovirosis, como el chikunguña y el dengue, que ha dejado víctimas mortales sobre todo entre los menores de 18 años.
Marrero evitó referirse a la tasa de mortalidad materna registrada en el actual año, la cual, según cifras del Ministerio de Salud Pública, se incrementó un 4,9 % en 2024 con respecto al año previo.
El jefe del Gobierno destacó, además, que la población cubana se redujo de 9,7 millones de habitantes al cierre de 2024, a unos 9,6 millones en la actualidad.
De acuerdo con Marrero, la población cubana seguirá disminuyendo hasta alcanzar los 7,7 millones en los próximos 25 años.
Asimismo, se espera que la población mayor de 60 años aumente exponencialmente: del 25,7 % actual al 36,4 % para 2050.
Se trata de tendencias que siguen poniendo a Cuba como uno de los países más envejecidos de la región y cuya población se mentiene disminuyendo por factores como la emigración y el incremento de muertes que nacimientos.
Cuba permanece sumida en un “escenario complejo”, marcado por dificultades económicas y una crisis energética -sin solución a largo plazo- a la que se suma ahora la sanitaria, derivada de la actual epidemia de chikunguña y dengue.
