La precuela de “It” llegó con fuerza, pero nadie esperaba que uno de los rostros que más curiosidad despertaría entre el público fuera el de un muchachito de raíces cubanas. Con solo 11 años, Arian S. Cartaya ha entrado al mundo del espectáculo por la puerta ancha en “Welcome to Derry”, una de las producciones de terror y aventura más comentadas de los últimos tiempos. Su participación no solo aporta frescura a la historia, sino también una ventana a la experiencia migratoria cubana en la ficción estadounidense.
Desde que habló con la revista Pop Culturalist, quedó claro que el joven actor ve mucho de sí en su personaje, Rich Santos. Arian lo explicó con una naturalidad encantadora: “Rich es, sin duda, un reflejo de mí. Me encantó interpretarlo; fue divertidísimo y, sinceramente, ¡no me costó mucho!”. Para un niño frente a una maquinaria tan grande como HBO, esa soltura ya dice bastante.
El vínculo emocional entre actor y personaje va más allá del oficio. Arian lo subrayó en la misma entrevista, cuando detalló que ciertas escenas requirieron concentración y madurez, aunque no estuvo solo en ese proceso. “Hubo algunas escenas en las que tuve que reflexionar profundamente, pero con la ayuda de todos, logré sacarlas adelante. Rich es cubano y yo cubano-estadounidense. Él es cariñoso, amigable, divertido, ingenioso y le encanta abrazar a todo el mundo, ¡y yo también soy así!”. Esa coincidencia entre temperamentos hace que su interpretación tenga un brillo especial: nada se siente impostado.
La serie presentó oficialmente el origen cubano de Rich en el tercer episodio, “Now You See It”. Ahí, entre juegos, miedos y la atmósfera siniestra que caracteriza la franquicia, el niño saca a relucir la sabiduría heredada de su familia para tratar de explicar la presencia de “It”. Lo hace de un modo muy nuestro, conectando con creencias afrocubanas que forman parte del imaginario popular de la isla y de su diáspora.
“Es un orisha. Ya saben, una entidad malvada. Bueno, no todos son malos, pero este parece diabólico. (…) Pues lo sé con certeza porque mi tío era un babalawo en Cuba. Un sacerdote de santería. Me contó que cuando alguien lo estafaba (…) él conjuraba un orisha y lo enviaba tras esa persona. Y las más malvadas tomaban la forma de sus ancestros muertos y los asustaba de verdad”, dice Rich en uno de los momentos más comentados del capítulo.
Esa línea, que mezcla tradición religiosa, identidad y la picardía típica de un niño cubano, añade una dimensión inesperada a la historia de Stephen King. Es un guiño directo a miles de familias migrantes que han tenido que reconstruir su vida en otro país sin soltar del todo sus raíces espirituales y culturales.
El impacto de la serie no se ha quedado en lo narrativo. Su debut alcanzó cifras impresionantes: 5.7 millones de televidentes entre HBO x, convirtiéndose en el tercer estreno más grande del servicio. Solo “House of the Dragon” (2022) y “The Last of Us” (2023) la superan. No es poca cosa para una precuela cuyo reto era estar a la altura de las películas dirigidas por Andy Muschietti en 2017 y 2018.
Ambientada en el Maine de 1962, “Welcome to Derry” se propone responder interrogantes que durante décadas alimentaron debates entre fans del terror: ¿cómo surgió la aterradora forma del payaso Pennywise? ¿Qué ocurrió en el pueblo antes de los sucesos contados en la cinta original? En ese entramado oscuro, el personaje de Arian aparece como un rayo de humanidad, un niño inmigrante que intenta entender lo desconocido a través de las historias de su tío babalawo.
La presencia de un actor cubano en una producción de esta magnitud abre espacio para nuevas conversaciones. ¿Hasta qué punto los grandes estudios están comenzando a incluir con más naturalidad la diversidad latina? El éxito de “Welcome to Derry” y la frescura de Arian apuntan a que sí. Y, desde ya, muchos estarán pendientes de su próximo paso.





