Brianna Charlette Blanco Rodríguez, una niña villaclareña de 10 años, viaja en estos momentos rumbo a España junto a su madre. Lo que hace apenas unos meses parecía una meta inalcanzable —salir de Cuba para acceder a una cirugía que no existe en la Isla— se volvió posible gracias a una cadena de solidaridad que volvió a demostrar que, cuando la comunidad cubana se organiza, la vida puede más que la escasez.
Brianna padece un quiste tirogloso lingual con trayecto fistuloso: una malformación rara que ha crecido en la base de su lengua, obstruyéndole la respiración, la deglución y hasta el simple acto de beber agua. En Cuba fue operada tres veces sin éxito. Los médicos que la atendían le dijeron a su madre, Yanaris, que ya no había más opciones: el país carece del instrumental y la tecnología necesarios para ofrecerle una solución definitiva. La niña vivía con el miedo constante de dormirse sin saber si podría volver a respirar al despertar.
Su historia comenzó a circular hace meses en redes sociales y en medios independientes. Activistas como Saily González y Lara Crofs asumieron el caso desde abril, lanzaron campañas, dieron entrevistas y sostuvieron una recaudación que, inicialmente, buscaba costear una cirugía en Miami cuyo presupuesto superaba los 60 000 dólares. Aquello no era viable. Pero lo que sí apareció fue una alternativa inesperada: un equipo médico español dispuesto a asumir gratuitamente la operación.
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A partir de ahí, la meta dejó de ser pagar la cirugía y pasó a ser algo más concreto y urgente: conseguir visas, boletos, hospedaje y los gastos logísticos de un mes de estancia. La comunidad respondió. Cada donación, por mínima que fuera, se convirtió en un eslabón más de la cadena que permitió que el 11 de noviembre Brianna y su madre recibieran el visado para viajar. El vuelo debió salir el 12, pero un retraso obligó a mover la primera consulta, ahora programada para el lunes.
Las activistas que han acompañado el proceso lo resumen así: “La mitad de la vida la salvamos entre todos; la otra mitad depende ahora de los médicos en España”. Y mientras Brianna vuela hacia una oportunidad que Cuba no pudo darle, queda claro, una vez más, que la diferencia entre vivir y morir en la Isla depende demasiado del azar, de la solidaridad y del esfuerzo colectivo, y demasiado poco del sistema de salud que debería protegerla.





