Campesino cae desde una palma en Yateras y permanece hospitalizado con pronóstico estable

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Un campesino del municipio Yateras, en la provincia de Guantánamo, permanece ingresado en un hospital con pronóstico estable tras sufrir un accidente grave al caer desde una palma mientras realizaba labores de desmoche, un trabajo habitual pero de alto riesgo en zonas rurales de Cuba.

El incidente ocurrió en la mañana del jueves en la localidad de Madre Vieja, perteneciente al consejo popular Palenque. Según los primeros reportes difundidos en redes sociales y medios locales, el hombre cayó desde varios metros de altura cuando se encontraba trabajando en una palma, lo que provocó una rápida movilización de vecinos, fuerzas policiales y voluntarios de la Cruz Roja para auxiliarlo.

Testigos del hecho relataron que el herido fue trasladado de urgencia utilizando medios improvisados, ante la falta de una ambulancia inmediata. Imágenes compartidas en Facebook mostraron el momento en que varias personas, entre ellas un agente de la Policía Nacional Revolucionaria, cargaban al hombre sobre una sábana para subirlo a un vehículo oficial que lo condujo a un centro de salud. La escena generó conmoción en la comunidad y una oleada de mensajes de preocupación y solidaridad.

Horas después, se conoció que el accidentado es Fernando Ramírez de la Cruz, de 57 años de edad, quien permanece ingresado en el Hospital General Docente Dr. Agostinho Neto, en la ciudad de Guantánamo. De acuerdo con informaciones médicas preliminares, el paciente se encuentra fuera de peligro, con estado general estable y sin lesiones visibles de gravedad, aunque los especialistas continúan evaluando una imagen difusa detectada a nivel de la columna vertebral como parte de los exámenes de control.

El propio Ramírez explicó que la caída se produjo cuando ya había terminado de desmochar la palma y descendía apoyado en una cuerda o barzón, que se soltó de manera repentina cuando se encontraba a unos cinco metros del suelo. La pérdida del soporte provocó la caída libre y las lesiones que motivaron su ingreso hospitalario.

La magnitud de la caída ayuda a dimensionar la gravedad del accidente. Un piso estándar suele tener una altura aproximada de entre 2,7 y 3 metros, por lo que una caída desde unos cinco metros equivale, en términos prácticos, a precipitarse desde un segundo piso alto o desde una altura intermedia entre un segundo y un tercer nivel de un edificio. Aunque no se trate de un tercer piso completo, es una distancia suficiente para provocar lesiones graves o incluso mortales, sobre todo en ausencia de protección o sistemas de amortiguación, lo que explica la alarma inicial generada en la comunidad pese a que el campesino se encuentre fuera de peligro.

Familiares y vecinos han destacado la rapidez con la que actuaron las personas presentes en el lugar, así como la respuesta del personal médico una vez que el campesino llegó al hospital. Ramírez agradeció públicamente la ayuda recibida y las múltiples muestras de apoyo expresadas desde la comunidad y en redes sociales.

El caso ha vuelto a poner en el centro del debate los riesgos asociados al desmoche de palmas, una actividad frecuente en el campo cubano para el aprovechamiento de recursos naturales, pero que conlleva peligros considerables si no se cuentan con equipos adecuados o si se realizan las labores en solitario. Especialistas y autoridades insisten en la necesidad de extremar las medidas de seguridad para evitar accidentes que, en otros casos recientes, han tenido consecuencias fatales.

Cuando la altura no siempre influye en la muerte tras una caída

¿Influye la altura siempre en la muerte tras una caída? No, no siempre; y para aterrizarlo con ejemplos concretos, basta mirar dos extremos que muestran lo caprichoso que puede ser el desenlace.

En enero de 2024, en Miranda de Ebro (Burgos), un trabajador de 19 años murió tras caer desde una escalera a una altura aproximada de tres metros mientras instalaba un conducto de gas en la fachada de un edificio. La caída fue inferior a esos cinco metros de Yateras, pero bastó para que el golpe resultara fatal, un recordatorio de que a veces no hace falta “gran altura” para que el cuerpo se rompa de forma irreversible.

Y en Cuba, sin necesidad de irse lejos, también se han reportado tragedias tras caídas accidentales en contextos cotidianos. La propia prensa oficialista recoge el caso de un adolescente de 15 años en Yaguajay (Sancti Spíritus) que murió luego de permanecer hospitalizado, tras caer de una tapia cuando intentaba coger guayabas. Ese tipo de accidente, que suele ocurrir a alturas menores que la de una palma, termina demostrando lo mismo: una mala caída, un golpe en el cráneo o una lesión interna pueden decidirlo todo en segundos, incluso si la distancia no impresiona a primera vista.

En el otro extremo, también hay ejemplos claros de supervivencia a alturas muy superiores. En Washington, una joven llamada Jordan Holgerson sobrevivió tras caer desde un puente de unos 20 metros en 2018, luego de ser empujada; sufrió múltiples lesiones graves, incluyendo costillas rotas y perforación de pulmones, pero vivió. La diferencia la marcan variables como el punto de impacto, la postura del cuerpo, el tipo de superficie y, sobre todo, la rapidez con que llega la atención médica.

Ese contraste ayuda a contar mejor lo de Yateras sin inflarlo ni minimizarlo: cinco metros se parecen a un segundo piso alto, y eso es suficiente para matar; pero también es una altura desde la que, por pura combinación de circunstancias, alguien puede salvarse. Por eso, en una nota como esta, el énfasis no debe estar en “tuvo suerte” como consuelo, sino en “pudo no contarlo” como advertencia real sobre el trabajo en altura.

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