Ex de Samantha Espineira, Alessandro Piga, ya está en la calle, al parecer libre

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Alessandro Piga reaparece en Instagram y reabre preguntas sobre su estatus tras el caso federal de fraude bancario en Miami

Alessandro Piga volvió a ponerse delante del público como si el paréntesis nunca hubiera existido. Su cuenta de Instagram, que en 2024 quedó atravesado por comentarios que lo señalaban directamente por “bank fraud” y por la sombra de una detención federal, muestra ahora publicaciones recientes con una estética de “regreso”, frases sobre libertad y una narrativa de reinicio personal que no pasa inadvertida para quienes lo recuerdan por el expediente.

En uno de sus posts más visibles, fechado el 7 de diciembre de 2025, Piga escribe “Freedom feels different when you’ve earned it the hard way”, una línea que funciona como declaración de etapa y, al mismo tiempo, como guiño a una audiencia que lleva meses preguntándose qué ocurrió con él.

En el entorno de sus publicaciones recientes, y en los comentarios de las publicaciones, se repite la misma idea formulada como pregunta: “¿Él no estaba preso?”, “¿Y el no estaba preso??”. Ese eco en la sección de comentarios es parte del hecho noticioso: la conversación no está separada del antecedente judicial, está pegada a él.

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La última cobertura periodística verificable sobre Piga lo ubicaba en el centro de una investigación federal en el sur de Florida. El 27 de julio de 2024, el todavía pareja de la influencer cubana Samantha Espineira, fue arrestado por el Servicio de U.S. Marshals bajo acusaciones federales de conspiración para cometer fraude bancario, y permanecía en el Federal Detention Center de Miami a la espera de juicio.

Ese encuadre coincide con el registro del caso en CourtListener, donde aparece una queja/complaint que menciona a Alessandro Piga junto a Darío Miguel Gainza Doimeadios. PacerMonitor, por su parte, también indexa el caso (Florida Southern District) y consigna que fue presentado en julio de 2024 y figura como “terminated” en agosto de 2024, un dato técnico que, por sí solo, no describe resultado ni sentencia, pero sí confirma que existió movimiento procesal registrado públicamente.

La historia, además, tuvo una derivada mediática en redes que se convirtió en capítulo propio. En octubre de 2024, Samantha Espineira borró de su perfil las fotos con Piga, avivando rumores de ruptura, en un momento en que el arresto seguía en la conversación pública. Desde entonces, el personaje quedó asociado a dos planos simultáneos: el expediente judicial y la performance digital de abundancia y motivación.

Samantha continuó con su vida, ahora «más enamorada que nunca con otro chico de muchas balas», según una fuente, y Piga… al parecer «sigue haciendo lo mismo».

En su regreso a la actividad en las redes, Alessandro Piga nos deja mensajes de “comunidad”, “IA” y “trading”, que no puede leerse como un simple giro de contenido, sino como una reapertura. Piga ha reaparecido promocionando “3 apps” y prometiendo aprendizaje para “hacer dinero fácil con trading”, además de invitar a comentar “ai” para unirse a una comunidad que él empuja con un discurso de productividad, herramientas y oportunidades rápidas.

Un elemento que ayuda a fijar la línea temporal es que su cuenta ya mostraba en mayo de 2024 un estilo de motivación genérica (“Don’t be afraid to fail Be afraid not to try”), meses antes del arresto reportado por la prensa. Es decir: no estamos ante alguien que “se inventa” ese registro ahora; más bien, está retomando un molde previo, con un añadido inevitable: el subtexto de lo que ocurrió en 2024.

Lo que no es comprobable solo con Instagram es el estatus exacto: si está libre sin condiciones, si está en libertad bajo fianza o supervisión, si hubo acuerdo, si el caso cambió de vía, o si existe alguna consecuencia migratoria posterior. La reapertura de su actividad pública permite afirmar una cosa con prudencia periodística: Piga se presenta ante su audiencia como alguien que atraviesa una etapa posterior al encierro, y su propia narrativa está diseñada para que la palabra “libertad” funcione como sello. Un detalle: en ninguna de las fotos se le ve una tobillera electrónica.

En el ecosistema de influencers, esa ambigüedad suele operar como combustible: el personaje vuelve, los seguidores preguntan, los comentarios recuerdan, y el creador sigue publicando como si la polémica fuese parte del engagement.

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