Músico cubano Jorge ‘Bongó’ Echevarría: de tocar con Celia Cruz a vivir en las calles de Miami

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La plataforma Conducta Dade, dedicada a visibilizar la realidad de personas sin hogar y con problemas de adicción en Miami, presentó esta semana a Jorge “Bongo” Echevarría, un músico cubano de 59 años que actualmente vive en las calles de la ciudad. “Su historia, su talento y su fortaleza merecen ser vistos y escuchados”, escribieron. Y basta escuchar sus palabras para entender por qué.

Echevarría no es un nombre improvisado dentro de la música cubana y latina. Su recorrido artístico atraviesa décadas, escenarios internacionales y algunas de las figuras más importantes de la salsa y el jazz afrocubano. “Salí de Cuba y llegué nuevamente a Miami. Aquí empecé a trabajar con Fania All-Stars”, recuerda. Fue parte de un momento histórico: compartir escenario y trabajo con leyendas como Willie Colón, Andy Montañez, Óscar de León y Celia Cruz, bajo el paraguas del influyente productor Ralph Mercado.

Tras esa primera etapa, decidió establecerse definitivamente en Miami. Allí continuó su vínculo profesional con Celia Cruz y también trabajó con Óscar de León y con el ya fallecido Cachao, uno de los pilares del bajo cubano y la música afrolatina. Lejos de ser un músico de paso, Echevarría construyó una carrera sólida como instrumentista, compositor y director.

@conductadade

Hoy conocimos a Jorge ‘Bongo’ Echevarría, 59 años. Un músico que lleva tiempo viviendo en las calles de Miami, luchando día a día por salir adelante. Su historia, su talento y su fortaleza merecen ser vistos y escuchados. ✍️🙏 #miami #miamidade #solidaridad #CapCut

♬ original sound – Conducta

En el año 2000 culminó la creación de su propio proyecto musical: la orquesta JB y su Trabuco. “Soy compositor, director de orquesta y productor”, explica. Un año después, en 2001, llegó uno de los momentos más visibles de su carrera cuando la agrupación se posicionó con el tema “Yo tengo un amigo”, realizado junto al difunto Paulo FG. El álbum que contenía ese tema llevó por nombre “Mucho cuidado” y marcó una etapa importante dentro de la música popular cubana de la época.

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Su relación con la música comenzó temprano. “Comencé a estudiar música desde los siete años”, cuenta. Se formó en la escuela Guillermo Tomás, en Guanabacoa, y luego ingresó a la Escuela Nacional de Arte. Al finalizar sus estudios, inició su carrera profesional en Tropicana, uno de los cabarets más emblemáticos de Cuba. Más tarde integró el Sexteto Nacional Ignacio Piñeiro, una experiencia que lo llevó a viajar por diversas partes del mundo.

Posteriormente, formó parte del Piquete Cubano de Celina González y Reutilio, rodeado de músicos de alto calibre: Pancho Amat en el tres, Álvaro Torres en el laúd, Cachao en el bajo, Guajiro Mirabal en la trompeta, y él mismo en el bongó. Esa etapa estuvo marcada por giras constantes y presentaciones internacionales, especialmente en Europa y Colombia.

Además de su faceta como intérprete, Echevarría es profesor de percusión cubana. Entre sus maestros estuvieron figuras fundamentales: Changuito; Prat, baterista de Irakere; y Jesús “Pegaíto”, quinto del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba. Durante una gira por Inglaterra tuvo incluso la oportunidad de impartir clases en la universidad más importante de Londres, una experiencia que describe como “todo un éxito”.

En esos años compartió escenarios y aprendizajes con músicos como el fallecido Angá, Gonzalito Rubalcaba, Orlandito Cuba Jazz y Samuel Formell, a quien describe como un “tremendo bajista y compositor”. También coincidió con Emiliano Salvador, jazzista de Irakere, a quien define sin rodeos como “un verdadero monstruo del jazz”.

Hoy, la vida de Jorge “Bongo” Echevarría transcurre lejos de los grandes escenarios que marcaron su carrera. Sin embargo, su historia, recuperada por Conducta Dade, vuelve a poner sobre la mesa una realidad incómoda: la fragilidad que atraviesa incluso a quienes alguna vez tocaron la cima del arte. Aun así, su voz conserva dignidad, memoria y música. Porque, como demuestra su testimonio, el talento no desaparece; a veces solo queda esperando ser escuchado otra vez.

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