Una cubana que vive en los Estados Unidos, muy probablemente en la ciudad de Miami a juzgar por las imágenes vistas, relató en redes sociales el giro amargo que tomó la llegada de su hermana menor, a quien patrocinó y costeó íntegramente el viaje desde la Isla con la idea —dice— de “darle una oportunidad real”: techo, comida y tiempo para que estudiara o se incorporara al mercado laboral.
“Le dije: no me debes nada; concéntrate en estudiar o en trabajar, pero yo no puedo mantenerte por completo”, resumió. Según su testimonio, el apoyo inicial incluyó cubrir alquiler, servicios y gastos básicos, con la expectativa de que la recién llegada se formara y, gradualmente, aportara en la casa; pero…
La joven, relata, consiguió pronto un empleo. Sin embargo, a las pocas semanas renunció alegando molestias físicas y un incidente con supervisores que nunca quedó del todo claro.
Volvió entonces al hogar con el plan —prometido— de comenzar trámites para estudiar “lo antes posible”. Durante ese impasse, tiró de los pocos ahorros que había guardado de su breve etapa laboral y aseguró que, mientras se organizaba, asumiría tareas del hogar: preparar la comida antes de que el cuñado regresara del trabajo, mantener la casa y aliviar la carga de la hermana mayor.
La realidad, sostiene la denunciante, fue otra: ni avanzó con las matrículas ni cumplió con las responsabilidades domésticas que había ofrecido.
“Yo puedo ayudar con las cuentas de la casa, pero no mantenerte”, recuerda haberle repetido, al ver que pasaban los días sin progreso. Lo que empezó como un proyecto familiar de impulso y acogida, terminó, dice, en un “tormento”: discusiones por los gastos, horarios, desorden y la sensación de que la confianza se rompía.
Más allá del caso puntual —que esta redacción no puede verificar de manera independiente—, la historia retrata tensiones frecuentes en procesos de reunificación y patrocinio, que suceden más a menudo de lo que Ud. pueda imaginar: expectativas no conversadas a fondo, plazos difusos y el choque entre la urgencia de “salir adelante” y la adaptación a una nueva vida. Porque, cuando la ayuda se confunde con manutención indefinida y las promesas con vaguedades, lo que se fractura no es solo el presupuesto: es la relación.
Y bueno, acá los dejamos con el video. Saque Ud. sus propias conclusiones.





