Un hecho brutal conmocionó a Tailandia esta semana cuando un grupo de leones devoró a un cuidador veterano frente a decenas de turistas. La víctima, Jian Rangkasamee, de 59 años, llevaba más de tres décadas trabajando con animales y desde 2019 formaba parte del personal de Safari World, un parque natural ubicado en Bangkok.
El ataque ocurrió el miércoles en la mañana, cuando Rangkasamee descendió de su vehículo para recoger basura en una de las zonas abiertas del recinto. De acuerdo con testigos, uno de los leones se le acercó lentamente hasta lanzarse sobre él, mordiéndolo y arrastrándolo al suelo. En cuestión de segundos, otros tres o cuatro felinos se sumaron al ataque, mientras el hombre quedaba completamente indefenso.
Los gritos desesperados de los visitantes retumbaron en la escena, pero nada pudo detener la embestida. Compañeros de trabajo intentaron ahuyentar a los animales haciendo sonar las bocinas de sus jeeps, aunque sin éxito. Cuando finalmente intervinieron con disparos al aire, ya el cuerpo del cuidador estaba destrozado: huesos fracturados, tejidos arrancados y una pérdida de sangre que hizo imposible cualquier intento de reanimación. Videos grabados por los turistas muestran la secuencia (pueden verse aquí) y han generado un profundo debate en redes sociales sobre la seguridad en zoológicos y parques de fauna abierta.
El parque fue cerrado de inmediato mientras la policía local y el Departamento de Parques Nacionales investigan lo ocurrido. Aunque aún no hay decisión definitiva, se discute la posibilidad de sacrificar a los leones implicados.
No es la primera vez que un escenario de este tipo sacude a la opinión pública. En 2017, en Sudáfrica, un turista fue atacado mortalmente tras bajar la ventanilla de su auto en una reserva de leones, desoyendo las advertencias de los guías. En 2019, un caso en India reveló deficiencias de seguridad luego de que un hombre ingresara a un recinto de tigres y fuera abatido en cuestión de minutos. Y en 2022, un trabajador de un zoológico en Ghana perdió la vida en condiciones similares cuando un león se abalanzó sobre él durante labores de mantenimiento.
Estos incidentes subrayan los riesgos de la interacción con depredadores en cautiverio, incluso bajo estrictas normas de seguridad. Rangkasamee, con décadas de experiencia, conocía los protocolos, pero un gesto aparentemente rutinario bastó para desatar la tragedia. El episodio deja abierta la discusión sobre hasta qué punto es seguro mantener animales salvajes en contacto cercano con el público y los trabajadores que los cuidan.





