En un país donde la mayoría de los trabajadores estatales apenas sobrevive con salarios devaluados en pesos cubanos, la reciente aparición pública de Aleida Guevara, hija del “Che” Guevara, ha desatado una tormenta en redes.
Las imágenes, divulgadas por el periodista Mario Pentón, la muestran adquiriendo productos en la tienda de 3ra y 70, en Miramar, y no serían relevantes en otro contexto. Sin embargo, en la Cuba actual, donde solo se puede pagar en divisas extranjeras, el hecho se convierte en un símbolo de las profundas contradicciones del sistema.
La polémica no surge en el vacío. Desde los años noventa, tras la caída del campo socialista, el archipiélago caribeño ha lidiado con la coexistencia de monedas y con mercados paralelos. Lo que comenzó como una solución temporal para captar dólares de turistas y emigrados terminó consolidándose en un modelo que acentúa la desigualdad.
Décadas después, el acceso a divisas marca la frontera entre quienes logran comprar productos básicos y quienes deben recurrir al mercado informal. En este escenario, la presencia de Guevara en esos establecimientos revive viejos debates sobre la moral revolucionaria y los privilegios de la élite vinculada al poder.
El caso resulta aún más controvertido porque la doctora ha reiterado en numerosas entrevistas su frustración con un salario estatal que apenas sobrepasa los 4.000 CUP. En paralelo, ha defendido la idea de que en épocas anteriores las necesidades “eran parejas”, sugiriendo que la igualdad social era mayor en las décadas de control férreo.
Sus declaraciones contrastan con las imágenes difundidas ahora, donde se la observa evaluando precios de jamones y quesos importados, mercancías inalcanzables para quienes dependen únicamente del ingreso en pesos. Esta contradicción se vuelve todavía más aguda cuando se recuerda que la misma Guevara ha criticado a las micro, pequeñas y medianas empresas privadas (Mipymes), advirtiendo que podían convertirse en un riesgo para la seguridad nacional.
Lea más: Aleida Guevara pide a los CDR que controlen a las Mypimes
Desde otra óptica, el episodio coloca bajo los reflectores a GAESA, el conglomerado militar que administra gran parte de las tiendas en moneda libremente convertible. La centralización de las importaciones y la venta en dólares refuerzan la dependencia del ciudadano común respecto a remesas enviadas desde el exterior.
Al mismo tiempo, la concentración de recursos en manos militares erosiona la credibilidad de un modelo que se presenta como socialista, pero opera con mecanismos de exclusión típicos de economías duales. La pregunta que muchos se hacen es evidente: ¿cómo justificar un discurso igualitario cuando el acceso a lo esencial está mediado por divisas extranjeras?
La reacción popular, tanto en la isla como en la diáspora, ha sido inmediata. En redes sociales, la figura de Aleida Guevara ha pasado a representar esa brecha entre los discursos de sacrificio y la vida cotidiana de quienes detentan posiciones de privilegio. Críticos insisten en que no se trata de un hecho aislado, sino de un patrón recurrente donde las élites proclaman austeridad mientras participan de los beneficios que niegan al resto.
