María Vargas, madre de la pequeña Sofía y expareja del reguetonero cubano Alexander Delgado, líder del popular dúo Gente de Zona, rompió el silencio en redes sociales con un mensaje directo y sin rodeos: pide a los medios de entretenimiento que dejen de referirse a su hija como “la hija de Alexander Delgado”. La petición, cargada de emociones, apunta al modo en que la fama suele eclipsar las historias verdaderas detrás de muchos titulares.
Todo comenzó cuando varias páginas cubanas celebraron la reciente graduación de Sofía, destacando su vínculo con Delgado. Para muchos seguidores de la farándula cubana, el dato pudo parecer anecdótico. Pero para María, fue un acto irrespetuoso hacia Raúl Pérez, su actual pareja y figura paterna estable en la vida de la niña.
Raúl no es famoso, ni tiene millones de seguidores, pero -según la madre- es quien ha estado presente: llevando a Sofía a la escuela, ayudándola con las tareas, felicitándola cada cumpleaños a la medianoche y acompañándola en los logros grandes y pequeños.

“Destacar lo bueno que hacen las personas, no solo resaltar a unos porque son famosos”, escribió María en su publicación, una frase que ha resonado con muchas madres cubanas dentro y fuera de la Isla. Y es que en tiempos donde el acceso a la figura paterna se ve mediado por la migración, el desinterés o simplemente la distancia emocional, el reclamo de María toca una fibra muy sensible en la realidad de miles de familias.
Aunque en 2018 Alexander Delgado reconoció públicamente a Sofía, María asegura que desde entonces no ha existido un interés real por parte del artista. “Aquí nadie, absolutamente nadie, llama para saber cómo Sofía está. Si come o no come, si va a la escuela o no”, subrayó.
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El testimonio también revela un dato poco difundido: Sofía llegó a Estados Unidos dominando solo el francés y el español, y hoy, tras años de esfuerzo conjunto entre madre e hijastro, la niña habla inglés fluidamente y ha superado todas las expectativas académicas, al punto de ser felicitada públicamente en su escuela. Un detalle que cualquier madre celebraría con orgullo, pero que en este caso se ve enturbiado por la narrativa mediática centrada en el “padre famoso”.
Más allá del desahogo, hay un mensaje claro: la maternidad y la paternidad no se miden por los genes ni por los apellidos, sino por la presencia real, el afecto diario y el compromiso constante. El caso también invita a reflexionar sobre el poder de la fama. María, visiblemente agotada de que su hija sea asociada constantemente con alguien que, según afirma, no forma parte activa de su vida.
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En respuesta al comentario de un seguidor, señaló: “¿Tú no crees que él [Alexander] tiene más poder que yo para parar esas publicaciones? ¿Por qué no lo hace?”. Y añade que ha intentado desaparecer de las redes para evitar justamente ese tipo de exposición mediática.
El rostro público de Alexander Delgado no se ha pronunciado aún sobre este nuevo episodio, aunque no sería la primera vez que su vida personal se convierte en tema de conversación. En la industria del entretenimiento, donde la vida privada muchas veces se vuelve espectáculo, el reclamo de María Vargas sirve como recordatorio de que detrás de cada nombre famoso, hay historias más complejas -y más humanas- que también merecen ser contadas con respeto.





