Del otro lado del mundo, la actriz cubana Dianelys Brito se encuentra viviendo una aventura que muchos solo sueñan: un viaje por Tailandia lleno de historia, colores, tradiciones milenarias y paisajes que parecen salidos de una película. En sus redes sociales, la artista ha compartido momentos que combinan espiritualidad, asombro y mucho sabor visual.
El recorrido comenzó en Bangkok, ciudad que mezcla la agitación moderna con la devoción budista más antigua. Allí, Dianelys se deslumbró con el Wat Pho, templo que guarda al imponente Buda reclinado de 46 metros. Su expresión en las fotos lo dice todo: una mezcla de respeto, asombro y esa humildad con la que los cubanos suelen pararse frente a lo grandioso.
Pero la travesía de Dianelys no se quedó en las postales turísticas. La visita al Templo del Buda Esmeralda, considerado uno de los íconos más sagrados del país, fue otro de los momentos destacados de su viaje. Se trata de una figura de jade que, aunque pequeña en tamaño, tiene un peso inmenso en la cultura tailandesa. Para una actriz formada entre luces y cámaras, verse rodeada de una devoción tan viva fue, sin dudas, un contraste impactante.
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Luego, en el norte del país, Brito exploró dos joyas arquitectónicas que se han convertido en favoritos del Instagram viajero: el Templo Blanco (Wat Rong Khun) y el Templo Azul (Wat Rong Suea Ten). Mientras uno parece sacado de un cuento de hadas con sus formas níveas y reflejos etéreos, el otro hipnotiza con sus tonos profundos y símbolos modernos. Ambos representan esa fusión entre lo ancestral y lo contemporáneo que fascina a tantos, y que, de alguna forma, conecta con la identidad cambiante de tantos cubanos repartidos por el mundo: tradición y reinvención.
Como buena cubana, la actriz no podía dejar de visitar los mercados, donde late el corazón cotidiano del país. En el Maeklong Railway Market, donde un tren pasa a centímetros de los vendedores varias veces al día, Dianelys quedó sin palabras. “Esta es una experiencia que yo nunca pensé tener”, confesó en uno de sus videos.
El otro sitio que la dejó maravillada fue el Mercado Flotante de Damnoen Saduak, donde decenas de botes repletos de frutas tropicales, flores y recuerdos tallados navegan con ritmo propio. Otro de los momentos más emotivos del viaje fue su encuentro con las llamadas “mujeres jirafa”, originarias de Myanmar, reconocidas por los anillos dorados que usan en el cuello desde pequeñas. Para muchos turistas esto puede ser solo una curiosidad visual, pero Dianelys mostró respeto y asombro ante una práctica cultural tan distinta.





