El músico cubano David Acosta, conocido artísticamente como El Rojo, vivió uno de los momentos más determinantes de su vida cuando, hace apenas unas semanas, salió de una corte de inmigración en Estados Unidos con la noticia que tanto había esperado: su asilo político fue aprobado, aun teniendo el temido estatus I-220A.
El joven artista no pudo contener las lágrimas mientras grababa un video junto a su abogada, en un testimonio que hoy circula con fuerza en redes, avivando la esperanza de miles de cubanos en su misma situación.
“Gané mi asilo siendo I-220A. Esperanza para todos que sí se puede, familia”, escribió El Rojo al pie del video, donde agradeció a su abogada “por lograr con tanto cariño y sacrificio hacer este sueño realidad”, y a su paralegal “por ser mi ángel guardián”. Visiblemente conmovido, insistió en que la alegría que sentía era “demasiada”, un desahogo comprensible tras meses de incertidumbre legal y un miedo constante a la posibilidad del retorno a Cuba.
La abogada, que aparece a su lado en el video, también compartió su orgullo por el desempeño del artista en la corte. Según explicó, El Rojo tuvo un rol protagónico en la audiencia. “Él se batió durísimo con la fiscal y cuando la jueza lo dejó hablar, pues tuvo que mandarlo a callar de lo bien que habló acerca de la persecución que puede sufrir en Cuba si regresa”, aseguró. La escena, según relatan, fue tan contundente que terminó inclinando la balanza a favor del músico.
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Al final del video, El Rojo estalla en lágrimas y suelta una frase que hoy se viraliza como grito de triunfo entre la diáspora: “¡Ya no soy I-220A!”. Aunque el clip fue publicado originalmente en octubre, en estos días ha vuelto a circular, impulsado por quienes ven su victoria legal como un símbolo de resistencia, persistencia y dignidad.
Este desenlace llega luego de meses de intenso activismo político del artista en el exilio. Con canciones recientes como “Me Duele Cuba” e “I220A”, El Rojo convirtió su experiencia migratoria en obra musical, narrando sin filtros la frustración, el duelo y la determinación de una generación marcada por la salida del país. Su postura lo colocó dentro de un movimiento creciente de músicos jóvenes que denuncian la represión en la isla desde el arte, aun cuando eso implica riesgos personales.
El Rojo, además, ha recibido el respaldo de figuras icónicas del exilio cubano. Entre ellas, destaca Willy Chirino, quien lo invitó a compartir escenario en Miami junto a otros artistas, una oportunidad que el propio músico describió como un impulso decisivo para su carrera. Ese espaldarazo le abrió puertas y amplificó su mensaje, conectándolo con una audiencia que vive, desde distintos rincones del mundo, el mismo anhelo de libertad.
