Los recortes de plantilla, que ya afectaron a cientos de trabajadores, generan un fuerte malestar, pues no se aplican de manera equitativa: los administrativos permanecen intocables, mientras los empleados en áreas productivas son despedidos.
La realidad es una en Cuba: no funcionan adecuadamente los servicios públicos. Ni el transporte, ni la salud, ni la educación (la falta de maestros es cada día más notable en la escuelas) y la población está cada vez más descontenta y presionada por la crisis económica y las dificultades cotidianas.