Nadie faltó. Desde muy temprano, amigos, maestros, familiares, compañeros de escuela y vecinos de varias comunidades se reunieron en la funeraria local. Algunos llegaron sin conocerla personalmente, pero movidos por la tristeza de lo ocurrido.
Estos dos fallecimientos ponen de relieve las múltiples tragedias que afectan a las familias cubanas, tanto dentro como fuera de la isla, en un periodo marcado por la pérdida y el luto. Mientras que una familia pudo despedir a su ser querido en un emotivo sepelio, otra quedó sumida en la incertidumbre y el dolor de no poder dar el último adiós a un hijo que murió en tierras lejanas.
El sepelio, comovedor también, multitudinario y emotivo, no solo sirvió para llorar la pérdida de una vida joven, sino también como un llamado a la conciencia sobre los peligros de conducir bajo la influencia del alcohol y la necesidad de precaución al manejar vehículos motorizados.