Lugner deja detrás no solo un imperio empresarial, que ahora pasa a manos de su última esposa, sino también un legado de haber mezclado el mundo del espectáculo con el empresarial de una manera que pocos podrán igualar. Sobrevivido por sus cuatro hijos de relaciones anteriores, el magnate será recordado tanto por su ingenio empresarial como por su inigualable capacidad para mantenerse en el candelero hasta el final de sus días.