En los comentarios que acompañan ambos decesos se repiten tres ideas: sin medicamentos básicos, con cuerpos debilitados por la mala alimentación y con mosquitos proliferando en aguas estancadas, el riesgo se multiplica; la atención llega tarde, cuando ya los signos de alarma son ineludibles; y la comunicación pública, al rehuir la palabra dengue, desactiva los reflejos de prevención comunitaria. Mientras no se nombre el problema, insisten los vecinos, no habrá plan creíble para frenarlo. Hoy, en Moa y en Palma Soriano, el vacío que dejan Dannita y Elsa Ivis es la prueba más dolorosa de esa omisión.
Que un “sujeto muy peligroso” esté suelto y que un directivo “con un muerto encima” también lo esté son, por supuesto, planos distintos del delito. Existe una gran diferencia entre una alerta de “peligrosidad” y un siniestro vial donde se ve involucrado un dirigente, aunque no se trate de un dirigente cualquiera: en este caso estamos hablando del Jefe de Combustible de una corporación poderosísima, que le debe haber hecho favores - entiéndase que son favores relacionados con autos, viajes y combustible - a muchísimas personas influyentes en la provincia. Un hombre de bien, que seguramente ni escapará del país, pero que tiene recursos para hacerlo.
A pesar de las confesiones y de las pruebas forenses que indican un ataque brutal, el caso de Jorgito sigue sin resolverse adecuadamente, y Tatico continúa paseando por las calles de Aguacate sin que las autoridades lo detengan. Para los habitantes de este pequeño pueblo, la justicia parece haber desaparecido por completo.
La muerte de un joven cubano bajo custodia policialen Guantánamo; el suicidio de una joven en Holguín; y la violación y asesinato de otra en Santiago de Cuba, son los sucesos reportados, que han generado una ola de preocupación y dolor en las redes sociales.
Las jóvenes, quienes eran parte de una misma familia, fueron identificadas como Yuleidis Sánchez Escalante, de 13 años, y Claudia Escalante Carmenate, de 16.