El texto concluye que la campaña contra las brigadas médicas busca castigar a Cuba por su modelo social y por demostrar que la salud puede tratarse como un derecho humano y no como una mercancía. Frente a ello, afirma que la solidaridad médica cubana no debería ser objeto de difamación, sino un ejemplo a seguir.
Saber que una planta de oxígeno puede paralizarse, explotar -como Chernobil- o ser hackeada por piratas informáticos, no requiere de un título universitario, pero...