La Organización de Naciones Unidas (ONU) envió a Cuba un cargamento de ayuda humanitaria para apoyar a los damnificados ante el paso del huracán Melissa.
El pronóstico ya no habla de “posible” catástrofe: el NHC advierte de inundaciones repentinas graves, deslizamientos de tierra generalizados y una marejada que podría superar los 3 metros sobre el nivel del mar en la zona sur de Jamaica. Las lluvias acumuladas podrían alcanzar e incluso superar un metro en ciertas zonas montañosas del sur de Jamaica y del suroeste de Haití. En el caso del oriente cubano, aunque los valores podrían ser algo menores, se estima igualmente una lluvia de decenas de centímetros con riesgo de colapso en infraestructuras vulnerables, además de marejada de hasta 1 a 3 metros en zonas costeras.
La escena no es espontánea. Los residentes, cansados de esperar, se organizaron y pagaron de su bolsillo a esa persona para despejar el paso del agua. La urgencia no era estética, sino de supervivencia: si el tapón se mantiene cuando lleguen las primeras bandas de Melissa, el agua rebasará la losa, inundará las casas más bajas y socavará aún más los apoyos del puente. En una ciudad con drenajes colapsados y basura acumulada, el cauce funciona como el único desagüe posible. Bloquearlo es invitar a la inundación.
El meteorólogo estadounidense Evan Chickvara, del canal ABC 33/40 en Birmingham (Alabama), advirtió en su cuenta de X que “Melissa está en posición de convertirse en el sistema tropical más impactante de la temporada 2025”. Según su análisis, aunque no se esperan impactos directos sobre Estados Unidos, el Caribe —y en especial Cuba, junto con Jamaica y las islas vecinas— será quien sufra el golpe más fuerte de este probable huracán mayor. Chickvara explicó que el desplazamiento lento de Melissa incrementará el riesgo de lluvias torrenciales e inundaciones antes de que el sistema gire hacia el noreste rumbo a las cercanías de Bermuda, manteniéndose a cientos de millas de la costa este estadounidense.