el hecho de que la principal página del MININT en Holguín priorice su crecimiento en redes sociales por encima de su rol frente a la seguridad pública y de los menores de edad revela una desconexión profunda entre aparato y pueblo. Habría entonces que preguntarse: ¿qué comunica una entidad del orden cuando celebra su popularidad mientras el pueblo entierra a una de sus hijas?
Serguey Castillo tenía toda la vida por delante. En su ausencia, queda una comunidad herida y una memoria colectiva que se niega a dejarlo ir. Como escribió uno de sus amigos: “La vida nos separó, pero nos volveremos a encontrar. Éramos de los buenos”.
Gio tiene apenas 30 años y toda una vida musical por delante. Su caso ha despertado una ola de cariño que traspasa fronteras y revive una de las verdades más hondas de la comunidad cubana: cuando uno cae, el resto extiende la mano.
La frase “tolerancia cero” aparece siempre en mayúsculas, pero en la práctica el químico sigue suelto. Entran unos al sistema penitenciario, otros entran al negocio. Y el ciclo sigue. El problema no es solo de criminalidad. Es social, cultural, económico. Y se está normalizando.
La denuncia la difundió el activista cubano conocido en las redes como Garlobo Lvv, quien también compartió detalles del estado del niño: golpes en el rostro y el torso, marcas de presión en las muñecas y un cuadro de desnutrición emocional severo. El niño fue ingresado en el hospital provincial de Cienfuegos, donde permanece bajo vigilancia médica.
La persona que administraba la página de Cazador Cazado cometió una violación de las normas de Facebook y fue desactivado por Meta y, con él, desaparecieron todas las páginas que tenía vinculadas.
El deterioro de la educación dentro de Cuba se manifiesta con el auge de los delitos de violencia que involucran a cubanos, ya sea dentro de la isla o fuera de ella.
El caso de Orlandi se convirtió, sin que lo pretendiera el oficialismo, en el detonante de un debate necesario: ¿realmente hay justicia en Cuba? ¿O solo se aplica cuando conviene mostrarla?
Ambos sucesos han vuelto a encender el debate sobre el estado técnico de los vehículos que circulan en la isla y las condiciones de las carreteras cubanas, muchas de las cuales están en un estado deplorable.