Dos hechos de violencia extrema, uno mortal en Pinar del Río y otro con heridos graves en Villa Clara, han sido denunciados por NiO Reportando Un Crimen a partir de testimonios ciudadanos, en un contexto marcado por alcohol, conflictos previos y ausencia de prevención.
El cuadro que traza la activista es el de una maquinaria estatal más preocupada por controlar la información que por contener el brote. Afirma que las reuniones del puesto de mando de epidemiología se realizan a diario en el INHEM, pero que a ese centro llegan “solo muestras sanas”, mientras en los barrios se disparan las muertes por causas que no aparecen en ninguna estadística. La frase que resume esa visión es contundente: “Cuba entera es el foco. Todos hemos enfermado o enfermaremos y no se puede predecir el número de muertes”.
El presunto fallecimiento de un turista estadounidense en el mirador de la cascada de Soroa, aún sin confirmación oficial, ha desatado denuncias sobre deterioro, advertencias ignoradas y falta de transparencia. Comentarios de visitantes y un testimonio previo de este redactor muestran que incidentes por deficiencias de seguridad no son hechos aislados dentro del turismo cubano.
Las imágenes y los testimonios, publicados en redes justo cuando el Gobierno celebra y resalta el control sanitario nacional, constituyen un desafío difícil de soslayar. Porque en un país que dice proteger a su gente, que la muerte se vuelva masiva y visible antes de ser atendida no es solo tragedia: es advertencia. Y en Camagüey la advertencia ya se ha vuelto crónica.
Mientras la seguridad ciudadana se desmorona, los barrios habaneros comienzan a documentar por su cuenta el aumento del delito. La Coronela, Santo Suárez, Santa...
Una denuncia hecha por la activista Irma Lidia Broek sobre el modo en que se manipula y esconde la verdad, prendió entre sus seguidores porque conectó con lo que muchos viven a diario: hospitales colapsados, médicos obligados a recetar agua y té a enfermos con fiebre alta, vómitos y diarreas, y certificados que nunca dicen la palabra prohibida.
Ambas historias vuelven a situar a @nioreportandouncrimen en un lugar incómodo y, a la vez, necesario: el de plataforma que cataliza denuncias en tiempo real, da nombres, calles y horarios, y empuja a las autoridades a responder.
El resultado es doblemente dañino. Para las familias, deja la sensación de que la muerte “no cuenta” y niega el derecho a una explicación completa. Para el sistema, impide ver a tiempo dónde están los focos y cuántas vidas está cobrando la circulación de virus transmitidos por mosquitos u otros agentes.
En las últimas horas circulan en redes sociales múltiples denuncias ciudadanas que apuntan a presuntos actos de corrupción en diferentes localidades de Cuba, en medio de una crisis económica persistente y un creciente malestar social.
Varios casos recientes donde la violencia contra la mujer es señalada. En otro, ocurrido en el año 2000, se denuncia que el victimario apenas recibió 8 años de cárcel.
El reciente arresto en Miami del presunto represor cubano Daniel Morejón García no fue producto de la casualidad ni de una investigación espontánea de las agencias federales. Como en otros casos similares, el punto de partida fue una denuncia.
Desde la malversación en la reparación de ambulancias hasta la protección de individuos implicados en escándalos, el denunciante describe una red de corrupción que parece inquebrantable. La carta también resalta el escepticismo de los propios comunistas y militantes del Partido Comunista de Cuba, quienes dudan de la voluntad del gobierno para abordar realmente la corrupción.