La exportación de estos profesionales no es más que otra demostración del desprecio del gobierno por el bienestar de su propio pueblo, priorizando sus intereses económicos y políticos por encima de la salud y la educación de los cubanos.
La persistente falta de maestros, agravada por la falta de incentivos y bajos salarios, y la emigración, continúa afectando el sistema educativo cubano.