Dos desapariciones sacudieron Miami esta semana, pero con desenlaces opuestos: mientras la policía busca urgentemente a Salvador Pino, un anciano de 76 años extraviado en Little Havana, otro caso reveló un crimen. Saúl García, quien reportó que su pareja había “desaparecido”, fue arrestado y acusado de homicidio después de que los detectives hallaran el cuerpo de la mujer en un canal y desmontaran su versión con datos de celulares y cámaras de seguridad.
Organizaciones y observatorios independientes subrayan que el contexto es crítico. En septiembre, CiberCuba y CubaNet documentaron el caso de Daily Acosta con relatos de familiares y vecinos; y plataformas como OGAT y Yo Sí Te Creo en Cuba actualizan el conteo de feminicidios y alertan sobre tentativas y desapariciones con desenlaces fatales. En este marco, las garantías procesales en el caso de Londres Gamón y la celeridad para capturar a los responsables del asesinato de Daily Acosta son pruebas inmediatas para un sistema que enfrenta, a la vez, dolor social, desconfianza y un clamor de justicia que ya desbordó las redes.
el hecho de que la principal página del MININT en Holguín priorice su crecimiento en redes sociales por encima de su rol frente a la seguridad pública y de los menores de edad revela una desconexión profunda entre aparato y pueblo. Habría entonces que preguntarse: ¿qué comunica una entidad del orden cuando celebra su popularidad mientras el pueblo entierra a una de sus hijas?
La muerte de Milagros no fue inevitable. Fue una consecuencia directa de la desprotección en la que viven muchas mujeres en Cuba. Y mientras eso no cambie, el “empoderamiento” del que habla el Estado seguirá siendo un eslogan vacío.
La frontera entre justicia y arbitrariedad sigue difusa, marcada por los contextos nacionales, los sistemas judiciales y las decisiones migratorias de cada país.
Mientras todo esto sucede, la sociedad civil intenta, como puede, denunciar, rescatar y concienciar. Pero sin instituciones que actúen, todo esfuerzo parece nadar contracorriente en un mar de violencia, impunidad y silencio oficial.
Según múltiples publicaciones, "Guille" era un hombre amable, solidario y dedicado a su labor como educador. Testimonios como el de Lisgrey Rodríguez, quien lo describió como "buen profesor y amigo", y Jany Hernández Cuellar, que recordó su bondad y carácter excepcional, reflejan el impacto positivo que tuvo en quienes lo conocieron.
Este caso también pone de manifiesto el creciente rol de las redes sociales y de activistas como Niover Licea en la denuncia de crímenes que de otro modo quedarían en la sombra, desafiando el control informativo del Estado y abriendo nuevas plataformas de debate público en Cuba.
Mientras el gobierno intenta proyectar una imagen de control, la población sigue enfrentando una realidad marcada por el incremento de actos violentos y una sensación de vulnerabilidad generalizada. Santiago de Cuba, junto con La Habana, lidera los índices de criminalidad en la isla, reflejando un panorama cada vez más alarmante.
El perfil oficialista de Matanzas en redes sociales, "Con Todos La Victoria", vinculado al Ministerio del Interior (MININT), ha anunciado con orgullo y el...
A pesar de los esfuerzos del gobierno por minimizar la gravedad de la situación, alegando que solo el 9% de los crímenes en Cuba son violentos y que apenas el 3% son asesinatos, muchos cubanos cuestionan la transparencia de estas estadísticas. La falta de supervisión independiente sobre los métodos de recolección de datos ha generado escepticismo.
A pesar de las confesiones y de las pruebas forenses que indican un ataque brutal, el caso de Jorgito sigue sin resolverse adecuadamente, y Tatico continúa paseando por las calles de Aguacate sin que las autoridades lo detengan. Para los habitantes de este pequeño pueblo, la justicia parece haber desaparecido por completo.