La escena en Hialeah fue, más que un simple encuentro con autos clásicos, un choque entre dos realidades: la de los almendrones que sobreviven a duras penas en Cuba y la de los clásicos restaurados que brillan en las calles de Miami.
Mientras que los autos eléctricos de lujo como los Tesla representan un paso hacia la modernización para una pequeña élite, los vehículos eléctricos chinos están emergiendo como el verdadero salvavidas para la población cubana en general.