Sin aventurar diagnósticos, los testimonios apuntan a un cuadro compatible con enfermedades transmitidas por mosquitos y cuadros gastrointestinales asociados a agua no segura. En contextos así, las recomendaciones comunitarias básicas son: eliminar criaderos (vaciar recipientes y charcos en patios y azoteas), usar repelente y mosquiteros, potabilizar el agua (hervirla cuando sea posible) y buscar atención médica ante fiebre sostenida, vómitos persistentes, decaimiento extremo o signos de deshidratación, especialmente en niños y embarazadas. Vecinos de Matanzas insisten en hidratarse y evitar automedicarse cuando se sospeche dengue, a falta de indicación profesional.
En el momento de la publicación del mensaje, este viernes, el pozo había alcanzado los 37 metros. La profundidad de diseño es de 1125 m. El objetivo geológico está aproximadamente a 850 m al suroeste y 200 m. aguas arriba de la elevación de la formación en relación con otro pozo, Alameda-2.
De momento, todo apunta a un episodio donde el rumor corre más rápido que la información oficial. Lo responsable, para las autoridades, sería aclarar si se trata de ejercicios rutinarios, actualización de expedientes o algo más. Y para los convocados, exigir por escrito el motivo, la duración y el estatus de la citación. En un país exhausto por apagones y carencias, cualquier insinuación de “movilización” tiene un eco político y emocional difícil de contener.
La situación energética en Cuba es tan grave, que no hay corriente ni para echar a andar las plantas que mueven el agua dentro de las ciudades. A la falta de alimentos y electricidad se suma la carencia de agua.
La historia que reproduce Saúl Manuel no ofrece soluciones técnicas ni consignas precisas; ofrece la pura evidencia de un umbral alcanzado. Cuando una madre escribe que no puede más, el mensaje atraviesa la esfera íntima y obliga a mirar la realidad desde la esquina más elemental: la supervivencia cotidiana. En ese cruce de lo doméstico y lo político, las redes sociales registran y aglutinan un clamor que, por ahora, se mide en texto y emoticons, pero que habla de una paciencia agotada y de la posibilidad latente de que, si se multiplican voces así, las pequeñas noches de cada hogar terminen por sumar una madrugada distinta.
Mientras los cirujanos definen próximos pasos y los partes médicos se actualizan, el caso de Osmani vuelve a exponer la zona de riesgo de un oficio esencial para un país que sufre cortes constantes de servicio eléctrico… y, a la vez, la brecha entre lo que el oficialismo comunica y lo que la familia dice necesitar para sobrellevar el día a día de la recuperación.
Más allá de la aritmética de detenidos, el trasfondo es el de siempre: apagones que en el oriente superan las 20 horas diarias, enfado acumulado y un Estado que alterna mensajes de conciliación con medidas punitivas. Si agosto ya había dejado protestas en otros puntos de Holguín, septiembre confirma la deriva.
Que en esta ocasión no haya que lamentar víctimas es un alivio. Pero el humo que ayer se elevó sobre los techos de San Juan de Dios es recordatorio tangible de que cada apagón prolongado trae consigo una cadena de decisiones de alto riesgo.
Hoy, cuando NTV apunta a la “creatividad del pueblo” que improvisa con leña y briquetas, es justo preguntarse: ¿de qué revolución hablan? ¿Creen que lo extraordinario es preparar la comida como en el siglo XIX? No. La realidad es que los cubanos merecen dignidad, servicios reales, un sistema fiable. Lo que necesitamos no es fuego artesanal ni aplausos por sortear el desastre, sino un gobierno responsable que asuma la historia energética y ofrezca reparaciones reales. No más mitos: tiempo ya de soluciones, no simulacros.
Así, mientras las publicaciones de corte especializado subrayan la fidelidad del mercado canadiense y la inversión en renovaciones hoteleras, los reportes independientes apuntan a que las condiciones internas del país siguen minando la experiencia de los viajeros y, por tanto, restando atractivo al destino.
A fines del pasado año la Unión Eléctrica aseguró que los apagones en Cuba irían disminuyendo en 2025 con la entrada en funcionamiento de al menos 55 parques fotovoltaicos pero la realidad ha demostrado lo contrario. O sea ha desmentido la afirmación de las autoridades una vez más.
García Granda reconoció los desafíos que enfrenta el turismo en Cuba, entre ellos los apagones y la caída del número de visitantes, pero sostuvo que el gobierno ha tomado medidas para evitar que esos problemas afecten al sector hotelero.