El saldo, al menos en esta ocasión, no fue mortal. Pero el video deja una lección repetida: el tren siempre tiene prioridad, y la decisión de cruzar sin detenerse puede costar caro. En San Cristóbal, Artemisa, la conversación continúa entre la responsabilidad individual y las carencias estructurales, pero el choque del carro contra el tren no deja lugar a dudas sobre quién cometió la falta.
Las muertes de Ania y Roly no son hechos aislados. Forman parte de una cadena de accidentes que, según cifras no oficiales compartidas en grupos de Facebook, han ido en aumento en lo que va de año. El mal estado de las carreteras, la escasa señalización, la circulación de vehículos sin condiciones técnicas, y la imprudencia —tanto de peatones como de conductores— crean un cóctel letal que se cobra vidas semana tras semana.
Serguey Castillo tenía toda la vida por delante. En su ausencia, queda una comunidad herida y una memoria colectiva que se niega a dejarlo ir. Como escribió uno de sus amigos: “La vida nos separó, pero nos volveremos a encontrar. Éramos de los buenos”.
El incidente se suma a una preocupante cadena de accidentes ocurridos en el verano, muchos de ellos vinculados al traslado de grupos familiares. Las autoridades aún investigan las causas del vuelco, aunque testigos señalan que el pavimento mojado y posibles fallos técnicos podrían haber contribuido al siniestro.
Ambos sucesos han vuelto a encender el debate sobre el estado técnico de los vehículos que circulan en la isla y las condiciones de las carreteras cubanas, muchas de las cuales están en un estado deplorable.
Según testimonios compartidos en redes sociales, el lamentable suceso tuvo lugar cuando "El Kisley" impactó por detrás a una guagua (ómnibus) del Ministerio del Interior (MININT). La violencia del choque fue tal que testigos que pasaron por la zona poco después del siniestro no podían creer la magnitud del daño.
Estos trágicos sucesos ponen de manifiesto las continuas fallas en la seguridad vial en la isla. Según la Comisión Nacional de Seguridad Vial, las principales causas de los accidentes son las infracciones de los conductores, el mal estado de las carreteras y la antigüedad del parque automotor, que tiene entre 40 y 70 años de uso. Aunque el número de accidentes y muertes disminuyó ligeramente en 2024, el panorama sigue siendo alarmante.
A pesar de los intentos por reducir los accidentes, la falta de infraestructura adecuada y la antigüedad del parque vehicular hacen que las mejoras sean lentas e insuficientes. Mientras tanto, cada nuevo accidente en las carreteras cubanas sirve como un recordatorio doloroso de que este es un mal que, al menos por ahora, parece no tener cura.
La situación en estas provincias es un llamado a la acción. Cada día que pasa sin que se tomen medidas concretas significa que más personas podrían perder la vida en accidentes evitables. Mientras las autoridades sigan ignorando la gravedad del problema, la Carretera Central en Ciego de Ávila y Camagüey continuará siendo un tramo mortal que ilustra, de forma desgarradora, el precio de las prioridades equivocadas.