A poco más de 30 horas de haber sido reincorporada al Sistema Eléctrico Nacional (SEN), la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras volvió a quedar fuera de servicio tras una nueva falla en su caldera. El revés técnico, ocurrido en la madrugada del domingo, complica aún más un panorama energético ya tensionado por déficits que superan los 1.800 megawatts en horario pico.
Lo que debía ser una bocanada de alivio para millones de cubanos terminó convirtiéndose en otra promesa fallida. La Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, enclavada en Matanzas, apenas logró mantenerse operativa desde el viernes por la noche hasta las primeras horas del domingo.
La esperanza de que su reincorporación al SEN aliviaría los apagones se diluyó con la aparición de una avería crítica: pérdida de hermeticidad en la caldera y detección de una grieta, según confirmó su director general, el ingeniero Rubén Campos Olmos.
Los trabajos de reparación comenzaron de inmediato, pero no serán breves. Se estima que la planta estará fuera de línea por al menos tres días. Mientras tanto, el sistema eléctrico nacional se tambalea frente a una demanda que supera con creces la capacidad real de generación.
A las 7:00 a.m. del domingo, la Unión Eléctrica reportó que solo estaban disponibles 1.746 MW, frente a una necesidad energética de 3.273 MW. La brecha, de más de 1.500 MW, ya provocaba cortes masivos en buena parte del país. Y para el horario nocturno, cuando el consumo alcanza su punto máximo, las previsiones eran aún más alarmantes: un déficit proyectado de 1.764 MW, con afectaciones potenciales que rozaban los 1.834 MW.
La Guiteras, una de las plantas más potentes del país, fue diseñada para aportar estabilidad al SEN. Sin embargo, tras 36 años de operación y más de 15 años sin recibir un mantenimiento integral profundo, su desempeño se ha vuelto cada vez más errático. Las interrupciones por “mantenimientos”, ya casi rutinarios, se han convertido en una constante, generando incertidumbre tanto entre las autoridades como entre la población.
Este nuevo fallo llega en un contexto de creciente malestar social. Apagones de más de 24 horas consecutivas afectan a comunidades completas, interrumpiendo el suministro de agua potable, limitando el acceso a servicios básicos y haciendo casi imposible la conservación de alimentos. En varias provincias del oriente del país, los cortes son diarios, prolongados y sin previo aviso, alimentando una sensación de desamparo entre los ciudadanos.
