Entérate qué se hizo de Manuel Marín, el actor cubano del ICRT, que casi mata a «El Tavo», en Su propia Guerra

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Manuel Marín fue uno de esos actores que, aunque pasaron por múltiples espacios de la televisión cubana, dejó un rastro más fuerte en los espectadores que en los archivos públicos.

Se le recuerda como un intérprete físico, de mirada intensa, prestigio en el doblaje y presencia marcial, cualidades que le permitieron encarnar personajes violentos sin perder verosimilitud.

¿Recuerdan aquella escena de Su propia Guerra donde el personaje que interpretaba, Medardo, se hace «el chivo loco» con El Puri?

En esa ocasión Fidel Pérez Michel salió «vencedor», pero cómo olvidar uno de los recuerdos más potentes entre televidentes cubanos, cuando fue él quien apaleó a Fidel Pérez Michel, en pleno auge del cine de artes marciales. ¿Recuerdan esta escena de su pelea contra El Jaguar? O aquella otra, también en Su Propia Guerra, cuando propinó una paliza brutal, que dejó al famoso Octavio Sánchez Guzmán, alias “El Tavo”, al borde de la muerte. Aquí les dejo ambas escenas, para que recuerden.

Esta última escena todavía se repite en conversaciones nostálgicas como prueba de su potencia dramática. Hoy, muchas personas se preguntan: ¿qué fue de Manuel Marín?

El episodio que quedó en la memoria

Su propia Guerra fue una serie policíaca emblemática del ICRT que mezclaba crímenes, acción, traiciones y personajes oscuros. En ese universo, Marín interpretaba a Medardo, un hombre aparentemente inocente, pero sanguinario que protagonizó un episodio que nadie olvida: en uno de los capítulos, Medardo embosca a El Tavo y lo golpea salvajemente. La escena fue tan contundente que los fanáticos del serial aún la citan como instancia máxima de violencia televisiva en Cuba. En muchos grupos se recuerda que “fue Medardo quien casi mata a El Tavo con esa golpiza”, lo que reforzó la fama de Marín como actor “karateca” del ICRT. O como «El Jean Claude Van Damme» del ICRT.

Ese golpe, emocional y físico, ayudó a fijar la leyenda de Manuel Marín. No fue un villano decorativo: era capaz de generar temor con un solo movimiento, de transformar un set televisivo en una zona de peligro. Esa plasticidad le permitió además interpretar papeles de aventura, doblaje, programas de humor y otros roles dramáticos menos notorios, pero en los que siempre se le distinguía por la fuerza de su cuerpo, su voz y su presencia.

Trayectoria amplia, vida fuera del lente

Más allá de Su propia Guerra, Marín participó en producciones como El Corsario Negro, donde interpretó el personaje Tin, El Jaguar, en el rol de Joao Chen Ki, y varios espacios humorísticos y telenovelas como Alegrías de Sobremesa, Blanco y Negro No y El año que viene, entre otros, según quienes han recogido su memoria en redes sociales. También fue voz recurrente de series animadas cubanas y extranjeras como Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana. En esas facetas su capacidad expresiva fue respetada por colegas y público.

Pero el paso del tiempo y la migración han apagado parte del brillo mediático. En comentarios recientes, un seguidor mencionó que Marín “reside en Chile hace años”, dato que el propio actor confirmó: actualmente vive en Santiago, Chile, y dirige una academia de artes marciales, representando en ese país el Kyusho Jutsu Budo Kai. También aparece vinculado a la Academia Bokenkaidō, que combina defensa personal, el arte de los puntos vitales (kyūsho) y entrenamiento marcial para todos los niveles. Toda esta información sacada de su perfil de Facebook.

Este giro no sorprende cuando se reconoce que Marín siempre fue más que actor: un artista marcial apasionado, profesor disciplinado, alguien que veía su cuerpo como un instrumento narrativo. Hoy usa esa visión para formar nuevos practicantes, en un espacio donde enseñan desde técnicas físicas hasta control mental y respiración. Su vida en Chile refleja la disciplina que lo acompañó en Cuba: un exilio activo, lejos de las cámaras, pero muy presente en el mundo del tatami.

Uno de los hilos que recorre sus redes —y los comentarios de quienes lo recuerdan— es el reconocimiento hacia esa escena con El Tavo. Corre una frase como testimonio de memoria: “pregúntale al Tavo, que te lo quitó”, aludiendo a diálogos de Su propia Guerra, y a la intensidad de Marín en esos momentos dramáticos. Usuarios comentan que fue “un momento de oro de la TV cubana” y lo evocan con nostalgia y admiración. También destacan su versatilidad: actor, doblador, artista marcial, formador.

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