En un Miss Universo 2025 marcado por polémicas, filtros y favoritismos, el momento más comentado de las últimas horas no fue un vestido ni una corona, sino un gesto sencillo de compañerismo. La protagonista fue la chilena Inna Moll, Miss Universe Chile 2025, que decidió hacerse a un lado —literalmente— para que la cubana Lina Luaces, Miss Universe Cuba, pudiera ser vista en igualdad de condiciones durante el desfile de trajes típicos del certamen.
La escena ocurrió durante la presentación grupal de los trajes típicos. Inna, con un traje inspirado en las Torres del Paine, se encontraba en primera fila, en una posición privilegiada para lucir su atuendo glaciar. A su espalda, Lina Luaces quedaba prácticamente oculta: solo se veía su rostro detrás del resto de candidatas y de su voluminoso traje típico, pensado para impresionar en cámara y que, paradójicamente, la estaba dejando fuera de cuadro. Al notar la situación, Moll se movió hacia atrás, la invitó a ocupar su lugar y le cedió la primera fila para que el público y las cámaras pudieran apreciar el traje de Cuba, reseñó Chilevisión.
El momento fue captado por las transmisiones oficiales y por los celulares del público, y rápidamente empezó a circular en redes. Medios chilenos como 24 Horas, T13, Página 7 y TVN destacaron la escena y rescataron algunos de los comentarios que se multiplicaron en internet: “Eso hace una reina”, “Eso es una reina de verdad”, “Orgullo internacional”, “Ojalá se haga viral” o incluso “Soy cubano, y ya amaba a Inna, ahora la amo más”.
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Detrás del gesto hay dos historias. Inna Moll, modelo e influencer de 28 años, fue coronada Miss Universo Chile 2025 representando a Vitacura y se ha convertido en una de las figuras más seguidas del certamen, tanto por su desplante en escena como por la imagen de cercanía que proyecta en redes.
Lina Luaces, por su parte, es la joven cubana-estadounidense que ha puesto otra vez a Cuba en el mapa de Miss Universo, tras décadas de ausencia. Hija de la presentadora Lili Estefan, fue coronada Miss Universe Cuba 2025 en una gala celebrada en Hialeah y encarna el intento de la diáspora de recuperar un espacio simbólico para el país en el concurso internacional.
En un universo donde la competencia suele venderse como una guerra silenciosa de egos, el hecho de que la representante de Chile renuncie al foco para que la de Cuba pueda mostrarse dice más que mil discursos sobre “sororidad” preparados para la ronda de preguntas.
Para muchas personas cubanas conectadas desde la isla y el exilio, ver a Lina avanzando a primera fila de la mano de otra candidata fue también una pequeña reparación simbólica: por una vez, Cuba no quedaba escondida detrás de nadie. Y el detalle vino, precisamente, de otra reina que entendió que compartir el escenario no le resta brillo a nadie; al contrario, lo multiplica.
