La explicación podría encontrarse en la falta de baños públicos pero ese argumento no estaría completamente apegado a la realidad. En La Habana nunca abundaron ese tipo de servicios para aliviar la tensión de la vejiga en caso de necesidad sin embargo apenas se veía a hombres orinando en plena calle como si estuviesen en el baño de sus casas.
La imagen es el síntoma de muchas cosas. De la pérdida completa de valores en la sociedad cubana, del desapego a costumbres morales que deberían regir en cualquier país civilizado y al desinterés de las autoridades policiales por hacer cumplir la ley y multar a las personas que realicen semejante hecho en la vía pública.
No se trata de llamar al recato ni a la falsa moralidad. Se trata sencillamente de una cuestión de orden y respeto. ¿Usted imagina que vaya con su esposa o su hija en plena calle y en cualquier pared del centro de la ciudad, parada de guagua o en un parque se encuentre con un hombre orinando en la acera como si fuese lo más normal del mundo? La imagen es cuando menos reflejo de una sociedad que involuciona hacia los instintos más primarios del ser humano, entre los que el respeto no ocupa el mas mínimo sitio.
Es muy poco probable que ese tipo de hechos ocurra en el centro de una ciudad de cualquier país mediamente civilizado. Al menos bajo la luz del día. Además las multas en caso de que alguien incurra en esa violación de las normas deben ser tan altas que cualquiera trataría de esperar hasta encontrar el lugar más indicado para vaciar la vejiga. Pero en La Habana, al menos, se está convirtiendo en una práctica bastante habitual ante los ojos sorprendidos e indignados de los transeúntes.
Por otro lado es cierto que no hay apenas baños públicos y al estado parece no interesarle demasiado por colocarlos como corresponde en determinadas partes de la ciudad. Sin embargo, como ya se dijo, eso no es una excusa para orinar en cualquier esquina a plena luz del día. Eso cuando menos demuestra una pérdida flagrante de valores en una sociedad que se desenvuelve en medio de crisis de todo tipo.
De hecho ese tipo de sucesos denota lo mismo una carencia moral que faltas de respeto al prójimo. Para alertar sobre esa situación y para que no se cometan esos hechos están las leyes. Pero en estos casos, como en tantos otros, tampoco se cumplen.


















