La designación de Lina Luaces, hija de la presentadora Lili Estefan, como representante de Cuba en el certamen Miss Universo 2025 ha encendido un nuevo capítulo en el enfrentamiento entre la prensa oficialista de la Isla y la diáspora cubana. A sus 22 años, Luaces, nacida y criada en Miami, fue coronada Miss Universo Cuba 2025 como representante de Santiago de Cuba, aunque nunca ha visitado la región oriental del país.
El portal estatal Cubadebate publicó una columna firmada por Thalía Fuentes Puebla bajo el título “¿Quién define qué es ‘ser Cuba’ en Miss Universo?”, donde se cuestiona tanto el certamen como la figura de Luaces. La autora califica el concurso como una industria que “cosifica a la mujer” y mercantiliza las identidades nacionales, al tiempo que apunta directamente a la trayectoria profesional de la joven.
“La designación de Luaces como embajadora nacional resulta particularmente problemática al examinar su trayectoria. Su carrera en el mundo del fitness y el coaching de bienestar responde a parámetros típicamente estadounidenses, alejados de las prioridades que enfrentan las mujeres en Cuba”, señala el texto.
La columnista también sugiere que elegir a una cubanoamericana para el certamen no es casualidad, sino parte de una estrategia para mostrar una “versión edulcorada” de la cubanidad, distante de las realidades políticas y sociales que marcan la vida en la Isla. Incluso se cuestiona su dominio del español y su capacidad para representar al país que, en palabras de la nota, “claramente no es el suyo”.
El proceso de selección de Miss Universo Cuba, que se realiza en Miami debido a que el evento no puede llevarse a cabo dentro de Cuba por las restricciones del régimen, también fue blanco de críticas. El artículo oficialista lo describe como un evento más vinculado a intereses comerciales que a la representación cultural, destacando sus conexiones con marcas de lujo, clínicas de cirugía estética y restaurantes.
Fuentes Puebla insiste en que el perfil público de Lina -centrado en el wellness y la moda- responde a tendencias del mercado estadounidense, lo cual, afirma, “no sería problemático si no pretendiera erigirse como representante de una realidad que claramente no es la suya”.
La columna concluye atacando la cobertura mediática en redes sociales sobre la vida de Luaces, calificándola de “superficial” y desconectada de las verdaderas necesidades de las mujeres cubanas. “Este debate nos obliga a preguntarnos qué tipo de sociedad queremos construir y qué valores estamos dispuestos a defender”, sentencia.
En un país donde la representación cultural ha sido históricamente un terreno vigilado y controlado por el oficialismo, la elección de Lina Luaces para competir en noviembre en Tailandia trasciende el ámbito de la moda y los certámenes de belleza. El caso expone, una vez más, la fractura entre la visión que la diáspora tiene de Cuba y la narrativa que el régimen intenta sostener.





