Aunque aún Luis Alberto García no ha conseguido que CIMEX le de sus 40 litros, no hay dudad de que encendió una chispa.
Lo sucedido con el actor demuestra lo mal que funciona el aparato burocrático y de control económico cubano, donde al final el único que recibe maltratos de manera continuada es el pueblo, y ni siquiera sus figuras más reconocidas se salvan, por un milagro, de tanto escarnio.
En Cuba, reclamar algo tan elemental como los 40 litros de gasolina que le “tocaban” se ha convertido en una verdadera gesta ciudadana. Y si el protagonista es un actor como Luis Alberto García, la tragicomedia toma dimensiones virales.
Todo comenzó con un post publicado en su cuenta de Facebook que desbordó indignación, ironía y una retórica brillante, donde el artista narró su frustrante experiencia en el servicentro de 5ta y 112, en La Habana, tras recibir la esperada notificación de la aplicación “El Ticket”.
Según explicó en el mismo, recibió dos mensajes de texto confirmándole el derecho al combustible, luego de registrarse en la plataforma estatal, llenar sus datos y esperar disciplinadamente.
“Me soné la cola bajo un sol de miedo durante más de hora y media”, escribió García, quien llegó a la bomba dispensadora con su Peugeot 405 del año 2000 y todos los documentos en regla pero,…
Un nuevo requisito que nadie le había informado con claridad – ni a él ni a nadie – desató todo. El actor había puesto en la aplicación el número de la chapa del auto, tal y como estaba estipulado. Sin embargo, la estipulación había cambiado, y había que poner el número de la licencia.
Lo que vino después fue una escena digna del absurdo: “Lo sentimos mucho, pero son órdenes. NO PODEMOS HABILITARLE EL COMBUSTIBLE, compañero”. La respuesta, repetida con burocrática insistencia, provocó una respuesta visceral del actor: “¡Compañero ni pin…!”. Aquel día, el artista salió “como bola por tronera”, sin gasolina y repleto de frustración, sintiéndose “tan digno, tan respetado y tan querido en este país que amo”.
La denuncia tuvo eco inmediato. Miles de reacciones en redes sociales, comentarios de solidaridad, memes y una cadena de testimonios de otros ciudadanos que vivieron experiencias similares, con denominadores comunes: desinformación, desorganización y burocracia galáctica.

El post se viralizó, acumulando más de 3 mil reacciones, 539 comentarios y 237 compartidos, según la imagen más actualizada en el instante en que redactamos esta nota. Una muestra contundente de cómo la gasolina se ha convertido en símbolo de la desesperanza y el malestar colectivo.
La presión fue tanta que la Corporación CIMEX no tuvo más remedio que pronunciarse. En una nota oficial, explicó que hasta el 31 de julio los clientes registrados en la aplicación con el número de la chapa del vehículo podrán recibir el servicio, pero que a partir del 1ro de agosto será obligatorio presentar la circulación del vehículo. Una rectificación que, aunque necesaria, llega con retraso y sin reparar los daños ya causados.
“El artista tiene razón”, dijo más de un comentarista, al recordar que ni el Canal Habana ni el Tribuna de La Habana son fuentes que la mayoría de los ciudadanos consultan para informarse sobre cambios tan específicos. “¿Ustedes me ven cara de fiel televidente de ese canal o de fiel lector de ese pasquín?”, había ironizado García en su texto.
En declaraciones posteriores, el periodista Alberto Arego confirmó que fue la denuncia del actor lo que forzó la aclaración pública.
Y aunque CIMEX ofreció “disculpas por las molestias”, no precisó si los afectados —como Luis Alberto— podrán recuperar su combustible perdido. “¿CIMEX me autorizará a echar los 40 litros que me tocaban y que me los embarajaron?”, preguntó el actor en una segunda publicación, aún sin respuesta oficial.
Lo que ha quedado expuesto no es solo una anécdota individual, sino el retrato de una maquinaria estatal que se descompone entre aplicaciones mal concebidas, medidas improvisadas y empleados que, parapetados tras el “son órdenes”, reproducen un maltrato institucionalizado.
“El compañero que me dijo ‘compañero’ tres veces seguidas tratando de justificar revolucionariamente tanto desmadre absurdo”, escribió García con sorna, se convirtió en el símbolo de una estructura que parece diseñada para desesperar al ciudadano común.
El episodio ha despertado una ola de críticas a la aplicación “El Ticket”, desde fallos en la asignación de turnos hasta acusaciones de corrupción y favoritismo. Algunos usuarios relatan que reciben notificaciones a destiempo, otros denuncian que su turno desaparece misteriosamente, y muchos temen que la gasolina asignada acabe en vehículos ajenos, como parte de un negocio paralelo, que por más controles que impongan siempre ha existido.
También ha generado un debate sobre los privilegios ocultos en un país donde la igualdad proclamada choca con la realidad de “los que servician sus modernos autos en gasolineras muy especiales y ocultas”, como apuntó el actor.
Lo cierto es que esta historia de 40 litros de gasolina tiene más profundidad de la que aparenta. Es un espejo de cómo se gobierna en Cuba: desde arriba, con desconexión, sin mecanismos reales de retroalimentación. Y solo cuando alguien con visibilidad —un actor, un influencer, una figura pública— alza la voz, entonces aparece la “rectificación”, siempre parcial, siempre tardía, siempre acompañada de un nuevo tecnicismo. Muestra de ello son los cientos de comentarios dejados en las publicaciones; tanto las dos hechas por Luis Alberto, como la hecha por Arego.
Luis Alberto García ha logrado lo que muchos cubanos desean: que les escuchen. Aunque aún no ha conseguido sus 40 litros, sí encendió una chispa. Quizás no de gasolina, pero sí de dignidad. ¿Será suficiente para que CIMEX “le servicié” de una vez por todas?.
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