El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, visitó la Base Naval de Guantánamo el 25 de febrero, destacando su importancia estratégica y asegurando que el Departamento de Defensa está comprometido con la seguridad fronteriza y el control migratorio.
“Guantánamo Bay representa justicia. Representa disuasión y, gracias a ustedes, representa profesionalismo”, declaró Hegseth ante los miembros de la Joint Task Force Southern Guard, encargada de la operación de detención de migrantes.
Desde que la administración Trump implementó nuevas medidas de seguridad fronteriza, la base ha sido utilizada como un centro de procesamiento y deportación de migrantes detenidos en la frontera sur de EE.UU. Hegseth elogió el trabajo conjunto de las fuerzas armadas con el Departamento de Seguridad Nacional, la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
“Hemos pasado décadas protegiendo las fronteras de otros países, ahora es momento de proteger las nuestras”, afirmó. “El presidente Trump ha dado instrucciones claras: esta base juega un papel crucial en el resguardo de nuestra soberanía y la lucha contra la inmigración ilegal”.
Durante su recorrido por las instalaciones, Hegseth inspeccionó el Centro de Operaciones Migratorias, donde recibió informes sobre la capacidad de la base, los protocolos de seguridad y los planes de expansión. También supervisó las condiciones en Camp VI, un recinto de seguridad media utilizado para la detención de individuos de alto riesgo.
“Esta misión requiere precisión, coordinación y compromiso”, explicó Angel Cata, oficial supervisor de detención y deportación de ICE. “Nuestros equipos trabajan sin descanso para garantizar que los procesos sean eficientes y humanos”.
Antes de concluir su visita, Hegseth almorzó con los militares desplegados en la base, reconociendo su esfuerzo y sacrificio. “Muy pocos tienen la oportunidad de ver esta misión de cerca. Lo que ustedes hacen aquí es vital para la seguridad de nuestro país”, expresó. Como muestra de gratitud, entregó monedas conmemorativas a ocho miembros de la fuerza, resaltando su servicio ejemplar.
Sin embargo, no todo es felicidad unas millas afuera del perímetro de la base. En contraste con la postura de Washington, al día siguiente, según la prensa oficialista cubana, más de 50,000 cubanos protestaron en Guantánamo exigiendo la retirada de EE.UU. de la base, argumentando que constituye una ocupación ilegal y un obstáculo para el desarrollo local.
La prensa oficialista no mencionó el hecho de que esos supuestos 50 mil cubanos fueron practicamente obligados a ir allí a protestar. Portando banderas y pancartas, miles de guantanameros se reunieron en la Plaza Mariana Grajales aguantando con todas sus ganas el hambre para, ante la presencia del presidente Miguel Díaz-Canel, denunciar la base como un enclave de ocupación militar.
“Nos impide acceder a nuestras propias tierras, limita nuestro desarrollo y nos bloquea el uso de nuestras playas y bahías, que podrían ser clave para el turismo y el comercio”, expresó Osvaldo Parrilla Estévez, líder de la Red de Educadores Populares de Guantánamo.
La base, ubicada en una de las bahías más grandes del Caribe, representa un punto estratégico clave para operaciones militares de EE.UU. en la región y la administración Trump ha dejado claro que Guantánamo seguirá desempeñando ese papel en sus políticas de seguridad nacional. A lo largo del siglo XX, ha sido utilizada para diversos fines, y más recientemente para albergar una prisión denunciada por organizaciones de derechos humanos como un centro de tortura y detención arbitraria.
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