Ahora mismo Gabrielle no parece que será ni Floyd ni siquiera el Sandy que en el 2012 arrasó en Stgo de Cuba

Havana
cielo claro
23.2 ° C
23.2 °
23.1 °
94 %
0kmh
7 %
Vie
29 °
Sáb
29 °
Dom
30 °
Lun
26 °
Mar
24 °

La alarma ha viajado más rápido que el viento: “peligro para toda la Costa Este”, “este podría ser el gran huracán”, “millones en la mira”. Pero si dejamos la hipérbole a un lado y miramos los datos oficiales, la historia de la actual tormenta tropical Gabrielle hoy es otra. Tampoco es un huracán actualmente, aunque sin dudas lo será. O pudiera serlo.

A las 09:00 UTC del viernes 19 de septiembre, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) situó el centro de la tormenta en 21.9°N, 54.8°O, con vientos máximos sostenidos de 45 nudos (alrededor de 50 mph) y movimiento oeste-noroeste a 10 nudos. Es decir: tormenta tropical organizada pero todavía modesta, en el Atlántico central y lejos del continente.

Más relevante aún que la intensidad es la trayectoria prevista. El consenso de pronóstico mantiene a Gabrielle sobre aguas abiertas, recurvando hacia el norte a medida que bordea el flanco occidental del anticiclón del Atlántico (el llamado “Bermuda High”).

En esa ruta, el riesgo inmediato no es para Florida ni para el corredor Mid-Atlantic o Nueva Inglaterra, sino para Bermudas, que ha elevado su nivel de vigilancia porque el sistema podría pasar al este de la isla entre domingo y lunes, fortalecido ya como huracán de categoría 1, con mar de leva y corrientes de resaca peligrosas. En otras palabras: hoy no existe un escenario base creíble de impacto directo en la costa de EE.UU.; el foco está en el Atlántico occidental y en Bermudas, señala el News Journal Online.

¿Puede Gabrielle intensificarse más de lo previsto? Sí: el NHC y medios especializados apuntan a condiciones algo más favorables el fin de semana (aguas más cálidas y cizalladura en descenso), con probabilidad de que alcance huracán a inicios de la semana entrante. Ese detalle explica algunos titulares estridentes, pero intensificar no implica cambiar de rumbo hacia la costa. De hecho, la pista más probable mantiene el giro al norte en el Atlántico central, lejos de Estados Unidos. Conviene distinguir entre “potencial de fortalecimiento” y “amenaza continental”: hoy por hoy, lo primero es plausible; lo segundo, no, alerta The Washington Post.

La comparación con Floyd (1999) y Sandy (2012), tan tentadora para el clic rápido, no se sostiene con la atmósfera que tenemos ahora. Floyd fue un huracán que se acercó peligrosamente a la costa sudeste y tocó tierra cerca de Cape Fear (Carolina del Norte) el 16 de septiembre de 1999, desencadenando inundaciones catastróficas a lo largo del litoral medio-atlántico. Su dinámica y su entorno sinóptico, empujado por frentes y con humedad a raudales, no se parecen al corredor de recurva oceánica que hoy dibuja Gabrielle. Invocar a Floyd sugiere —equivocadamente— un peligro de impacto costero que los pronósticos actuales no muestran.

El caso de Sandy fue aún más singular. Surgió en los mares al sur de Jamaica y ahí mismo se fortaleció. Cruzó Cuba, por la región oriental, causando muchísimo destrozos principalmente en Santiago de Cuba. Se fue al norte, sin tocar la Florida, y cuando finalmente parecía que se alejaba de la costa este de los Estados Unidos, un bloqueo atmosférico en el Atlántico norte (NAO negativa) y la interacción con una vaguada de latitudes medias forzaron el famoso “giro a la izquierda” hacia Nueva Jersey el 29 de octubre de 2012, una solución de trayectoria que los modelos detectaron como excepcional y que maximizó el empuje de marea y la marejada ciclónica sobre una costa densamente poblada.

No hay —ni por asomo— un patrón de bloqueo similar en los partes que guían hoy a Gabrielle, ni señales de que un canal de vientos medios vaya a empujarla de vuelta hacia la costa estadounidense. Compararla con Sandy es descontextualizar.

Esto no significa minimizar que Gabrielle “merece seguimiento”. Lo merece —como toda tormenta en temporada alta—, y porque la transición de tormenta tropical desorganizada a huracán compacto puede ser rápida cuando se alinean las piezas. Pero seguimiento no es alarma. El cono oficial y los conjuntos de modelos coinciden en el escenario marítimo y, salvo un vuelco improbable en el patrón de dirección, ese es el guion. Si vives en la costa de EE.UU., lo razonable hoy es estar informado, no en modo pánico; si estás en Bermudas, sí conviene preparar planes básicos por vientos fuertes, oleaje y peligros en la costa entre domingo y lunes.

Quedan, como siempre, márgenes de incertidumbre. A más de mil kilómetros de cualquier punto de la costa, cada “zigzag” de centro puede mover bandas de lluvia o mar de fondo, y septiembre es el mes de los giros sorpresivos. Pero la meteorología responsable se apoya en probabilidades.

Las probabilidades de Gabrielle como “nuevo Floyd” o “otra Sandy” no son el relato dominante de los mejores pronósticos disponibles; el relato dominante es el de una tormenta que se fortalece sobre mar abierto y se curva al norte, con Bermudas como observador obligado. Si el patrón cambiara —si un bloqueo inesperado cerrara la puerta atlántica o un valle en altura la tomara por la costa—, el NHC lo reflejaría de inmediato y entonces sí tocaría hablar de riesgos específicos para estados y ciudades. Hoy, no es ese el caso.

¿Quieres reportar algo?

Envía tu información a: [email protected]

Lo más leído

Quizás te interese

Envíos a CUBA desde → $1.79 x LBENVÍA AQUÍ
+