Dos accidentes de tránsito estremecen al oriente de Cuba, dejando secuelas de dolor en Camagüey y Granma. En el primero, una pareja joven perdió la vida en circunstancias trágicas; en el segundo, un adolescente fue atropellado en una carretera de Guisa. Ambos casos reavivan debates sobre la inseguridad vial y el dolor que dejan los conductores imprudentes.
Accidente fatal en Camagüey
El lunes 11 de agosto, Yurisleidi, una joven mujer descrita como «llena de vida», viajaba junto a su esposo al regresar a su residencia en el reparto Puerto Príncipe. A pocos metros de su hogar, un vehículo los impactó por detrás, arrojándolos contra otro automotor estacionado y causándoles heridas fatales. El conductor del auto que los embistió no detuvo la marcha ni brindó auxilio. El relato no especifica si huyó o se detuvo más adelante, pero deja al descubierto una indiferencia inexcusable.
Los familiares y amigos de Yurisleidi, madre de dos hijos y reconocida por su sociabilidad y lucha diaria, expresaron su dolor en redes sociales.
Uno de los comentarios más sentidos decía: “Cuando un conductor provoca un accidente así no solo destruye vidas: también rompe el corazón de los niños, deja familias incompletas y marca para siempre”. Los vecinos piden a los conductores reflexión y responsabilidad al volante.


Menor atropellado en Granma
En Guisa, provincia de Granma, un adolescente de 14 años, identificado como Yanier, fue arrollado mientras caminaba por una vía pública. Según testigos, un automóvil lo embistió y el menor falleció de manera instantánea.
Las versiones sobre el conductor divergen: algunos testigos afirmaron que huyó del lugar, mientras que otros aseguran que regresó y se entregó voluntariamente a las autoridades. Esta segunda versión fue confirmada posteriormente por fuentes policiales. El responsable ya enfrenta un proceso judicial por el hecho, señaló Cubitanow.

El tema generó intensa reacción en redes. Usuarios expresaron condolencias, indignación y exigieron justicia. Varios señalaron la crisis vial que hoy atraviesan muchas localidades cubanas, motivada por el exceso de velocidad, conductores imprudentes y falta de infraestructura apropiada.

Ambas tragedias no son casos aislados. En Camagüey y otras provincias, los accidentes fatales se repiten con dolorosa frecuencia: choques por detrás, atropellos y manejos sin miramientos. Los conductores, algunos bajo influencia del alcohol o en extremo exceso de velocidad, quebrantan vidas y dejan secuelas psicológicas en comunidades enteras. No pocos se dan a la fuga.
Lo peor ocurre cuando hay fallecidos, pues los familiares sufren una herida irreparable: “esas pérdidas son irremediables”, escribió una amiga de Yurisleidi, reflejando la desolación que deja cada accidente.
Para Yurisleidi, su esposo, y Yanier, el camino terminó de forma abrupta. El llamado que queda es colectivo: prevenir más dolor y evitar que las calles sigan narrando tragedias evitables.





