Tras enviar el reporte a su agencia desde La Habana, Henry Raymont fue detenido en la isla. Se le acusó de ser un espía enemigo y fue encerrado seis días en cárceles cubanas.
Henry Raymont, periodista estadounidense que fue el primero en informar sobre la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, falleció este martes en Tepoztlán, México, a los 98 años. Su hija, Sarah Raymont, confirmó que murió mientras dormía en un hogar de cuidado asistido.
Raymont se encontraba en La Habana trabajando para United Press International cuando fuerzas anticastristas, apoyadas por Estados Unidos, desembarcaron en la costa suroeste de Cuba en un fallido intento por derrocar al gobierno de Fidel Castro.
Minutos después de enviar su reporte a Nueva York, fue detenido por las fuerzas cubanas, acusado de ser un agente enemigo y amenazado con la pena de muerte. Fue liberado seis días después, tras gestiones diplomáticas, y más tarde entrevistó a Castro en ocho ocasiones.
Nacido como Heinz Rabinowitz en 1927 en Königsberg, Alemania, Henry Raymont emigró con su familia a Argentina en 1936 huyendo del nazismo. Adoptó el nombre Henry Raymont al iniciar su carrera periodística. Trabajó durante quince años para UPI y se unió a The New York Times en 1963, donde cubrió América Latina y la industria editorial. También escribió para el Jornal do Brasil y fue detenido en 1974 por la policía de Río de Janeiro tras entrevistar al presidente argentino Juan Perón.
En el ámbito académico, fue director de asuntos culturales de la OEA, enseñó en universidades en Washington, Jerusalén y Berlín, y promovió eventos culturales como el Festival Casals en Puerto Rico. Su libro Troubled Neighbors (2005) analiza las relaciones entre Estados Unidos y América Latina desde Roosevelt hasta George W. Bush.

Henry Raymont fue una figura clave en el periodismo internacional del siglo XX, señala The New York Times, testigo directo de algunos de los momentos más tensos de la Guerra Fría en el hemisferio occidental. Su cobertura de la invasión de Bahía de Cochinos no solo lo llevó a prisión, sino que también definió una parte central de su legado: informar desde el terreno, incluso en los momentos de mayor peligro.
Su hijo lo despidió llamándolo «nuestro querido papi», detallando la trayectoria de su padre desde su nacimiento hasta su muerte.
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