Quince años después de convertir a Facebook en un thriller legal sobre ambición y código, Aaron Sorkin prepara una secuela que, esta vez, apunta al tramo más turbulento de la era Meta.
El proyecto, en desarrollo bajo el título provisional The Social Reckoning, avanza con Sorkin como guionista y director y con un cambio clave: Jesse Eisenberg no repetirá como Mark Zuckerberg. El propio actor, de gira mediática estos días, esquivó con humor las preguntas en el programa Today y terminó admitiendo que “ha crecido hacia otra cosa”, dejando claro que su ausencia no obedece a problemas con la película, indica la revista People.
Lo que sí parece definido es el reemplazo: Jeremy Strong, ganador del Emmy por Succession, encarnará al fundador de Facebook. Los reportes de la industria lo han colocado desde septiembre como el rostro del nuevo Zuckerberg, en un giro que automáticamente cambia el tono: de la frialdad quirúrgica del primer film a una lectura más áspera del poder, con un actor asociado al retrato de magnates contemporáneos.
El plan de Sorkin, según informó Techcrunch, es centrar la trama en el ecosistema de filtraciones y fiscalización pública que siguió a los Facebook Files y a los papeles de Frances Haugen, con estreno tentativo en octubre de 2026 si el calendario se cumple.
El gesto de Eisenberg de hacerse a un lado también reencuadra la conversación en torno a su Zuckerberg, un papel que le valió nominación al Óscar en 2011 y quedó como referente cultural para entender Silicon Valley en clave dramática.
La secuela llega, además, con un contexto mucho más áspero que el de 2010: audiencias en el Congreso, escándalos de moderación de contenidos, disputas regulatorias en EE. UU. y Europa, y el debate sobre el papel de Facebook/Meta en procesos electorales y desinformación.
Si The Social Network (pueden verla aquí) dramatizó el nacimiento de un imperio, The Social Reckoning promete contar su madurez bajo escrutinio, con periodismo de investigación como motor y con un Zuckerberg interpretado por un actor capaz de llevar a la pantalla la mezcla de cálculo, culpa y control que exigen estos años. Si todo cuadra, Sorkin no solo tendrá su segunda parte: tendrá, de nuevo, el pulso de una época.
