La situación en Sancti Spíritus, Villa Clara y La Habana es un reflejo de la realidad que enfrenta toda Cuba: un país que envejece rápidamente, con una población cada vez más reducida y con pocas perspectivas de cambio a corto plazo. Sin una intervención efectiva y sostenida, la crisis demográfica de Cuba podría tener consecuencias profundas y duraderas para la nación.