Esta política no solo refleja la continuación de una gestión gubernamental que premia la conformidad política, sino que también pone en evidencia la profunda brecha socioeconómica que el régimen insiste en ensanchar bajo el disfraz de reformas económicas.
Con estos actos, el gobierno cubano sigue demostrando que su compromiso principal no es con el progreso de todos sus ciudadanos, sino con la perpetuación de su propia estructura de poder.