Con la amenaza latente de un noviembre inusualmente activo, tanto Cuba como Florida saben que cualquier fenómeno climático podría traer consigo consecuencias devastadoras. La temporada de huracanes aún no ha terminado, y tanto la isla como el sureste de Estados Unidos permanecen en alerta mientras Rafael, o lo que sea que emerja de las aguas del Caribe, sigue su avance implacable hacia el norte.