Y no, no era la Felton encendida. Era SpaceX. Pero para el cubano de a pie, eso fue lo más parecido a una esperanza encendida en el cielo. Aunque sea un espejismo de queroseno espacial.
Con una Felton que no aguanta ni una semana sin romperse y una Guiteras que compite por el trofeo a la termoeléctrica más inestable, los cubanos solo pueden prepararse para lo inevitable: otro capítulo en la novela de apagones que no tiene final.