Tras el parto, madre e hija fueron trasladadas al Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos. El doctor Manuel López Fuentes explicó que se trataba de una niña prematura, pero que llegó en buen estado general. “Nunca habíamos tenido un caso así. La bebé pesó 2200 gramos. Prematura de 34 semanas. Pero llegó estable. Hicimos estudios complementarios y todo normal. La observamos casi 24 horas completas y al siguiente día pasó junto a su mamá”, declaró.
Si algo deja claro el parte de esta semana es que el país no enfrenta un brote aislado, sino una crisis encadenada que exige decisiones extraordinarias, datos abiertos y cooperación real para impedir que el verano sanitario se prolongue hasta el invierno.
El caso del hospital “Marie Curie” es presentado como símbolo de un patrón de abandono institucional: mientras el Estado invierte en hoteles y torres de lujo, los enfermos de cáncer sobreviven sin medicinas ni condiciones básicas. Para los familiares, la indignación se resume en una pregunta reiterada: ¿hasta cuándo el pueblo tendrá que pagar con su vida la indiferencia de quienes gobiernan?
mientras el embargo estadounidense refuerza las carencias en la isla, distintas campañas solidarias en Estados Unidos, Vietnam y Bielorrusia buscan contrarrestar sus efectos más inmediatos, poniendo en primer plano la urgencia sanitaria y el valor de la cooperación internacional.
El hospital, que esta semana fue escenario de una celebración institucional en honor a los doctores Luis Alberto Corona Martínez y Mercedes Fonseca Hernández por su “destacada labor”, también ha sido el foco de una denuncia viral que deja al descubierto el estado de abandono en que se encuentra el sistema de salud.
Hoy Náthaly recibe controles médicos periódicos, protege su salud frente a una posible recaída y se prepara para reconectar con su vida cotidiana en Estados Unidos. Pero su historia sigue siendo un símbolo poderoso del valor del activismo: sin él, sin esa presión desde lo civil y mediático, habría muerto.
El caso cubano expone un contraste alarmante: mientras se exportan médicos como bandera de solidaridad internacional, dentro de Cuba la población enfrenta una escasez dramática de medicinas y servicios básicos. El endurecimiento de las sanciones por parte de Estados Unidos agrava una crisis que no se resolverá sin un cambio profundo en la estrategia de ambos lados. Sin medicinas en el territorio nacional, el prestigio global del sistema sanitario cubano suena cada vez más hueco, y la salud de millones está en juego.