A 124 millas por hora, un automóvil recorre más de 55 metros por segundo, es decir, la longitud de media cancha de fútbol en un parpadeo.
El impacto, a esa velocidad, equivale a caer desde un edificio de 20 pisos o a recibir el golpe de una masa de varias toneladas moviéndose a toda potencia. Un peatón alcanzado por un vehículo a 124 mph no tendría posibilidad de supervivencia: el cuerpo sería proyectado con una energía superior a los 200 kilonewtons, suficiente para desintegrar huesos y órganos en el primer contacto.
Que un “sujeto muy peligroso” esté suelto y que un directivo “con un muerto encima” también lo esté son, por supuesto, planos distintos del delito. Existe una gran diferencia entre una alerta de “peligrosidad” y un siniestro vial donde se ve involucrado un dirigente, aunque no se trate de un dirigente cualquiera: en este caso estamos hablando del Jefe de Combustible de una corporación poderosísima, que le debe haber hecho favores - entiéndase que son favores relacionados con autos, viajes y combustible - a muchísimas personas influyentes en la provincia. Un hombre de bien, que seguramente ni escapará del país, pero que tiene recursos para hacerlo.
Detrás del video viral hay un dato simple: la dignidad no compite con la seguridad. Puedes salvar la cara y perder la vida; puedes “ganar” un hueco y perder una póliza, el trabajo o la libertad si hieres a alguien. Y para los que miran el clip y concluyen “ese es cubano”: el mismo día un “americano” le cruzó el auto a alguien en Kendall; un “francés” se bajó a gritar en la 826; un “noruego” dejó pasar a dos carros con un gesto amable. La etiqueta explica poco. El comportamiento, todo.
En Santo Domingo todo es silencio y luto. La familia de Cristian atraviesa el dolor más duro, acompañada por un pueblo entero que aún no asimila la pérdida. En cada mensaje, en cada lágrima, resuena el mismo clamor: que su muerte sirva de alerta y que ningún otro niño tenga que pagar con la vida un juego peligroso.
los organizadores confirmaron que no hubo lesionados, algo que muchos calificaron como “un milagro” dadas las imágenes del impacto. El incidente reaviva el debate sobre la seguridad en este tipo de eventos automovilísticos que, aunque congregan multitudes, carecen de condiciones profesionales para garantizar la integridad de los participantes.
Para Yurisleidi, su esposo, y Yanier, el camino terminó de forma abrupta. El llamado que queda es colectivo: prevenir más dolor y evitar que las calles sigan narrando tragedias evitables.
Confirman que el conductor no se encontraba bajo los efectos del alcohol en el momento del siniestro ocurrido el fin de semana en Ciego de Ávila, conforme a los resultados de las pruebas médicas realizadas tras el accidente.