Este trágico accidente pone en evidencia lo impredecible y letal que puede ser un rayo, incluso lejos de una tormenta visible, y refuerza la importancia de la precaución en playas frecuentadas, tanto por residentes como turistas.
Este último ataque en las Bahamas no solo es una tragedia personal para la familia de la víctima, sino que también plantea preguntas serias sobre cómo los destinos turísticos pueden equilibrar la promoción de experiencias únicas con la garantía de seguridad para sus visitantes.