La muerte de Milagros no fue inevitable. Fue una consecuencia directa de la desprotección en la que viven muchas mujeres en Cuba. Y mientras eso no cambie, el “empoderamiento” del que habla el Estado seguirá siendo un eslogan vacío.
El caso de esta joven camagüeyana no es un incidente aislado. En los últimos años, los feminicidios han aumentado de manera alarmante en Cuba, mientras las autoridades parecen no tener respuestas efectivas para detener esta ola de violencia.