Elvin Fontaine Ortiz muere como vivió: en el silencio de la seguridad del Estado, en la fidelidad discreta al líder que protegió. Su partida deja la sensación de un servicio relegado al anonimato del poder, sin penas ni glorias públicas, pero con el reconocimiento callado de quienes compartieron su misión.
Raúl Castro y Díaz-Canel mandaron unas felicitaciones a sus guardaespaldas, de quienes dicen que defienden las conquistas de la Revolución. Estos han sido testigos...