Un nuevo colapso del Sistema Eléctrico Nacional dejó a oscuras a La Habana y gran parte del occidente cubano, en otro episodio de una crisis energética que se repite desde hace dos años y que evidencia el deterioro estructural de la red y la falta de combustible.
No se trata de sacrificar el turismo sino de mover piezas con inteligencia. El Estado puede y debe sacrificar una parte acotada de su planta, priorizando lo ocioso y lo cerrado, combinando alojamiento temporal con la rotación de inventarios y la reconversión de inmuebles públicos. El beneficio social inmediato, el ahorro presupuestario y la reducción de daños sanitarios justifican con creces el desgaste adicional y el pequeño coste de oportunidad. Y si se hace con reglas, plazos y cuentas a la vista, ni el turismo se colapsa ni la gente sigue durmiendo en el suelo.
El régimen cubano subirá los precios y los costes de la electricidad entre otras medidas incluidas en su "Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar...
En ese cruce de crisis —energética, económica y de servicios— el debate sobre nombres propios resulta insuficiente. Ni las esponjas de Villa Clara ni la promesa de “mirar a China” cambian un dato: el sistema generador opera agotado, la disciplina fiscal se resiente y las divisas que entran buscan refugio en la especulación de un mercado informal que fija el precio de la supervivencia. El reclamo ciudadano, traducido en ese “no es el ministro, es el sistema”, exige más que renuncias: pide transparencia, prioridades claras y un giro de política que deje de administrar escasez y empiece a producir certezas.
La protagonista, la española Ana Hurtado —activista afín al régimen, autodefinida durante años como “actriz y periodista”— contó que quiso pagar toda la cuenta por Transfermóvil, pero le exigieron mitad en efectivo y mitad por transferencia. Como no llevaba cash, se quedó sin cenar.
De momento, todo apunta a un episodio donde el rumor corre más rápido que la información oficial. Lo responsable, para las autoridades, sería aclarar si se trata de ejercicios rutinarios, actualización de expedientes o algo más. Y para los convocados, exigir por escrito el motivo, la duración y el estatus de la citación. En un país exhausto por apagones y carencias, cualquier insinuación de “movilización” tiene un eco político y emocional difícil de contener.
Así, mientras las publicaciones de corte especializado subrayan la fidelidad del mercado canadiense y la inversión en renovaciones hoteleras, los reportes independientes apuntan a que las condiciones internas del país siguen minando la experiencia de los viajeros y, por tanto, restando atractivo al destino.
García Granda reconoció los desafíos que enfrenta el turismo en Cuba, entre ellos los apagones y la caída del número de visitantes, pero sostuvo que el gobierno ha tomado medidas para evitar que esos problemas afecten al sector hotelero.
Sin embargo, lo que ningún boletín oficial menciona es que los contenedores no sustituyen una economía funcional. Que los donativos no arreglan la infraestructura colapsada ni devuelven la confianza a los ciudadanos que se lanzan al mar o cruzan selvas buscando un futuro que en su isla ya no ven posible. Que se puede aplaudir la solidaridad internacional, pero no usarla como coartada para evitar el verdadero debate: ¿cuándo comenzará Cuba a sostenerse por sí misma?
El panorama cubano es desolador. Con una agricultura devastada, un turismo en caída libre y una economía sin rumbo, la población sigue sufriendo las consecuencias de una gestión ineficiente y carente de soluciones reales. Mientras el régimen insiste en buscar aliados en el BRICS y culpar a las sanciones de EE.UU., los cubanos enfrentan día a día una crisis que se ha vuelto estructural y sin señales de recuperación.
Mientras el gobierno insiste en un discurso de "oxigenación", la realidad es que la población enfrenta una asfixia económica que solo puede resolverse con reformas profundas y un cambio en las prioridades del país.
La situación actual de Cuba refleja la fragilidad de una economía dependiente de factores externos y con poca diversificación. Sin reformas estructurales y una estrategia clara para enfrentar estos desafíos, el país corre el riesgo de enfrentar un colapso económico que afectaría gravemente a su población.
Según El País, las autoridades cubanas han intentado restaurar el servicio de forma parcial, pero la realidad es que la red eléctrica se encuentra en un estado tan deteriorado que cualquier intento de reparación es un simple "parche" temporal.
La gestión económica del país requiere reformas profundas y una estrategia más eficaz para enfrentar tanto los desafíos internos como las presiones externas.