El último programa dedicado a demonizar a elTOQUE encaja en un guion ya conocido, pero cada vez más burdo. La académica y activista Hilda Landrove lo resume como una especie de confesión de impotencia, “solo que en la forma en que los criminales confiesan su impotencia, atacando”.
El caso viral dejó una lección doble. Por un lado, el testimonio del padre y las nuevas tomas contradicen la afirmación de que la pelota estuvo “en manos” de la mujer; por otro, la carrera por identificarla derivó en acusaciones equivocadas que instituciones locales tuvieron que corregir públicamente.